Diario de León

EL RINCÓN

Al Príncipe se le entiende todo

Creado:

Actualizado:

Allí, en el Teatro Campoamor de Oviedo, nadie había pronunciado la palabra «Cataluña», pero pocas veces un término sonaba tan clamorosamente. La entrega de los premios Príncipe de Asturias adquiere cada año una mayor intensidad: ¿qué dirá el Príncipe ante una situación política cada vez más densa y tensa? ¿Habrá alguna mención al espinoso tema catalán, que, consta, trae de cabeza a La Zarzuela (y, claro, no solamente a la Casa del Rey)? Don Felipe, incluso con fallos en el «telepronter», se ha convertido, de pronto, en un bastante buen orador, y sus discursos, los haga quien los haga, transmiten convicción en lo que el personaje dice. Claro que no citó a Cataluña, pero, cuando reclamaba la necesidad de unidad frente a resentimientos, cuando clamaba por superar diferencias aferrándose al viejo cariño, se le entendía todo. Era una llamada a recuperar moralmente el gran país que España es de hecho.

La gente que abarrota el Campoamor está, claro, a favor y no en contra: representa a una España. Pero este viernes aplaudió más que nunca a la Reina, y que cada cual interprete, en estos momentos que vive la institución, como quiera este homenaje. Y me pareció —he asistido a las treinta y tres ediciones de estos premios— que también se ovacionó a Don Felipe más que nunca, quizá porque el personal que acude a la cita asturiana está algo angustiado ante tanta incertidumbre, e intuye que el heredero de la Corona, que cada día está más seguro, aunque no siempre esté bien acompañado por una parte de su entorno, es la solución a muchos desequilibrios políticos. Claro que no es con discursos a favor de la unidad, como se solucionará el contencioso locamente abierto por Artur Mas y un sector de catalanes. Ni proponiendo, como ha hecho, también con buena voluntad, Rubalcaba, generalistas reformas constitucionales, que esperemos se concreten con motivo de la ya inminente conferencia política del PSOE. Y mucho menos vamos a encontrar soluciones en el inmovilismo de Rajoy, que, menos mal, ya ha anunciado un próximo encuentro con Rubalcaba en La Moncloa, con Cataluña y el futuro territorial como principal tema en agenda.

Creo que el Príncipe, esa figura llena de connotaciones positivas que representa el futuro previsible de una nación que tiene que volver a venirse arriba, no debe dejarse representar solamente por esa España satisfecha de sí misma, pero que ventea tormentas y se refugia en lo que llama prudencia y no es sino pereza y temor; pienso que Don Felipe ha de tomar ya conciencia inmediata de que en él anidan la máxima responsabilidad, el máximo equilibrio, que es algo que escuché varias veces en mi deambular pasillero. Y entonces sus discursos acaso hayan de ser, forzosamente, más específicos, aunque, ya digo, ahora ya se le entiende todo.

tracking