Viajen con nosotros

Javier León de la Riva, sabio doctor, ilustre alcalde de Valladolid, paladín y fervoroso defensor de la ciudad del Pisuerga, ha hablado. Sentenciando, como el Gran Jefe de los Indios Pueblo al negociar con el Gran Padre Blanco: no haber paz si tener cuatro aeropuertos, por Manitou. Si mantener, mi pueblo desenterrar hacha de guerra. Tambores sonaron durante horas, a lo largo y ancho de la reserva en la que nos estamos convirtiendo. Pero no todas las tribus se mostraron dispuestas a aceptar la palabra del noble, experto en hacer el indio. Sus datos, como en toda epopeya que se precie, parten de la manipulación.

Si no fueran reales sus declaraciones, podrían sonar a chascarrillo de café de las cinco. Pero no. Cuando don Javier habla, sube el pan. Pretende que sobreviva únicamente Villanubla de los aeropuertos de esta Comunidad. Maneja para argumentar la pérdida de pasajeros de los restantes, la centralidad del suyo, el coste de todos. Visto así, hasta tiene razón. Pero hemos de matizar a ese gran alcalde de Valladolid, sin duda el mejor que la ciudad ha tenido o tendrá.

En primer lugar, es cuestionable que Villanubla sobreviviera sin el apoyo de la Junta a las empresas de bajo coste que operan desde allí. En segundo, también ellos pierden. En tercero, el número de pasajeros a nivel nacional ha descendido desde que entramos en esta manipulación económica que llamamos «crisis». En cuarto lugar, y no menos importante, en esta Comunidad autónoma, como en eso que todavía se llama España, alguien debería de reflexionar sobre el futuro que queremos dejar a nuestros hijos. Si un espacio habitable, donde las gentes se sientan integradas y parte de un mismo proyecto, o el ejército de Pancho Villa cabalgando en pro del interés de cada general.

Si tomásemos en cuenta el dato económico, a la hora de valorar qué aeropuertos han de sobrevivir, observaríamos que todos los españoles han caído en volumen a lo largo del año, exceptuando Alicante, los baleáricos, los canarios. Reus, Son Bonet y Sabadell. Estos dos últimos, por cierto, con un tráfico de pasajeros inferior a 2.500. A la hora de cercenar cabezas, caerían Barajas y hasta Barcelona. El primero con cifras negativas en viajeros y operaciones superiores al 10%, el segundo con un descenso mucho menor.

Y surge entonces la pregunta, don Javier, que quisiera trasladarle. ¿Es siquiera necesario el aeropuerto de Villanubla, teniendo Madrid a tiro de piedra de Ave? ¿No sería más lógico, utilizando sus argumentos, centralizar todo en la capital de España y aquí paz y después gloria? Conozco su respuesta. Pues señor mío, es la misma que le podemos ofrecer desde León, Salamanca o Burgos. Sin embargo, le reconozco un gran mérito: sabe colocar en la mesa temas incómodos.