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Publicado por
León

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El papa Francisco, al que Dios proteja de las intrigas del alto clero, además de ser argentino como Borges y jesuíta como Gracián, es colombófilo como Mike Tyson, el último gran campeón de los pesos pesados. Se conoce que le da tiempo a todo y que sabe emplearlo no solo de manera sucesiva, sino simultánea. Ahora la paloma del Espíritu Santo, que es la única a la que no le atañe el calificativo de «aves lasciva», le ha traído un mensaje impecablemente democrático: quiere saber la opinión de los fieles. Dicho de otra manera, lo que desea Su Santidad es que el pueblo de Dios tenga voz y voto.

En la encuesta que ha encargado, el 55% de los católicos españoles rechaza los privilegios de la Iglesia, que aunque estén muy vistos para sentencia nadie se atreve a condenar. La mayoría de consultados no ve problemas con el divorcio, ni con el matrimonio homosexual.

La itinerante paloma le ha traído al Pontífice un mensaje de libertad basado en las estadísticas. Más de la mitad de los católicos practicantes españoles no aspira a que su religión impida el culto a las otras. No quiere que se apague la luz de Trento, pero tampoco que se le funden los plomos a otras creencias y que el célebre «martillo de herejes» golpee a las cabezas pensantes. ¿Qué puede hacer cualquier autoridad espiritual en contra de sus socios, que son siempre los que mandan en el club?

Desoír al rebaño puede llevar a la ruina a los pastores, que siguen teniendo sus flautines de avena, aunque haya descendido el número de los que creen que la música celestial es exclusivamente para ellos. Llevan razón los que opinan que la iglesia debe estar abierta. Más que nada para evitar aglomeraciones a la salida. Ni siquiera la entrada debería ser obligatoria.

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