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Publicado por
pedro vicente
León

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De puertas hacia fuera el PSOE ha salvado mejor de lo que cabía esperar el cónclave celebrado el pasado fin de semana. Dos años después de su descalabro electoral, ha reconocido sus pecados y ha hecho acto de contrición para no volver a defraudar a sus votantes, a los que ofrece un programa que recupera las señas de identidad desdibujadas en la última etapa de Gobierno de Zapatero. En torno a esa reformulación —más que un giro a la izquierda, una corrección del brusco bandazo a la derecha que culminó con la reforma exprés de la Constitución— los socialistas han cerrado filas y se han administrado una generosa dosis de autoestima.

El problema es que esa unidad alrededor de un mismo programa no se extiende en torno al liderazgo de Rubalcaba, asunto sobre el que partidarios y detractores se han dado una tregua precisamente para salvar la Conferencia. Las espadas permanecerán envainadas, pero sólo hasta que se despeje el calendario y la normativa de las elecciones primarias, momento en el que se desenfundarán de nuevo en un partido muy resquebrajado por las incompatibilidades internas de origen puramente personal. Y es difícil que esa puesta al día del programa conecte con el ciudadano desencantado del partido si no se acompaña pronto de nuevos dirigentes que hagan la oferta mínimamente creíble.

Mientras tanto, el PSOE seguirá arrastrando esa falta de credibilidad, que en comunidades como Castilla y León se ve agravada por una bicefalia que mantiene dividido al partido en dos bloques más atentos a su pugna interna que a ejercer con eficacia su labor de oposición. Que se sepa, entre Julio Villarrubia y Óscar López no consta ninguna diferencia programática e ideológica. Y sin embargo, la aspiración de ambos a encabezar el cartel electoral en las próximas elecciones autonómicas ha abierto un muro entre ellos que se extiende a los órganos autonómicos del partido, a sus agrupaciones provinciales y al grupo parlamentario de las Cortes. Nada fácil, por no decir imposible, articular en esas condiciones una alternativa de gobierno en cualquier comunidad, y menos en ésta, en la que el PP ha montado un régimen clientelar que amortigua su desgaste.

Por no hablar del proceso de descomposición del partido al que estamos asistiendo en León, la única provincia de la Comunidad en la que los socialistas eran capaces de ganar las elecciones autonómicas y generales.

¿Alguien cree que la conferencia de Madrid va a obrar el milagro de imponer la cordura, poniendo fin a las luchas intestinas que están desangrando al socialismo leonés? Difícil. Sobre todo si Villarrubia, secretario autonómico, y López, secretario federal de organización, siguen mirando para otro lado para no perder apoyos en la batalla que ellos mismos tienen pendiente de librar…

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