FRANCAMENTE
Recaído y revuelto
Ya nadie es detallista. En la vorágine en la que se ha metido nuestra sociedad, donde sobrevivir es lo único que cuenta, cuidar los detalles es secundario. Solo así se puede entender que lo que se vendió como una refundación, aunque fuese light, del PSOE, terminase fagocitada por una frase mal calibrada: « El PSOE está de vuelta ». Nadie cayó en la cuenta de las rémoras de este mensaje. Sin embargo, sus primeras consecuencias ya se hicieron visibles antes incluso de que se cerrara la conferencia. Las chanzas al respecto ya incendiaban las redes sociales.
Con este mensaje llega hoy el número uno de los socialistas castellano y leoneses a predicar a Ponferrada. En su caso es cierto que vuelve. Osea que recae Villarrubia por acá para encontrarse con una militancia socialista que dejó dividida —nada nuevo por otra pate— y distraída la última vez que pisó estas tierras. De esto hace ya ocho meses, y sus huestes por acá -igual que por allá del Manzanal y a orillas del Pisuerga— siguen igual de divididos, sino más. Y también igual de distraídos, sino más. Sin saber si hacer oposición o la ola al gobierno municipal están los socialistas ponferradinos. Y encima, la única directriz marcada por la encargada de la organización del cotarro no ayuda mucho a despejar dudas: « se hablará cuando toque ».
De momento callan, que en el caso de muchos políticos, está demostrado, es lo mejor que pueden hacer, pues así se les concede el beneficio de la duda sobre las capacidades que les han llevado a estar donde están.
Pero volviendo, nosotros también, en este caso a los comienzos, a esos detalles descuidados. Está claro que quien le ha organizado la recaída por el Bierzo a Villarrubia no dispara a la misma portería que él. Con la cantidad de salones vacíos dispuestos a albergar aún evento, —y alguno, seguro, que al módico precio de los gintonics que se destilarán al termino de la reunión—, sólo a un infiltrado se le puede ocurrir organizar la revuelta de Julio en el mismo escenario donde fue increpado hace ocho meses.
Mal empiezan las cosas para una visita en la que, desde el otro lado pero en esa misma trinchera, se está poniendo toda la carne en el asador con la esperanza de que el salón se asemeje a las gradas del estadio de la Cultural en día de partido. Y ya se sabe que lo que mal empieza, es previsible que vuelva a terminar con alguien mal parado.