Diario de León
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camino gallego
León

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No es fácil, en los tiempos que corren, encontrar formas para aumentar los ingresos familiares. La gente se devana los sesos buscando algo que sirva para conseguir unos cientos de euros que equilibren la balanza doméstica de los ineludibles gastos con unos ingresos extraordinarios, no por su cuantía sino por su infrecuente cobranza.

Por eso no es raro en estos días, en cuanto sales a cualquier carretera, encontrar a decenas, casi cientos, de personas que pasean por el campo en solitaria búsqueda de setas. Se les reconoce por sus cestas de mimbre, aunque los menos avisados se valen de una simple bolsa de plástico, sin duda porque desconocen la fragilidad de tan sabroso alimento, que debe recolectarse casi de forma ritual, igual que su posterior limpieza.

Pero no soy yo, precisamente, una entendida micóloga para dar lecciones sobre la recolección, limpieza y cuidado de estas especies vegetales, tan sabrosas como efímeras y delicadas. Sin embargo como sí tengo afición a degustar setas, afortunadamente cada vez más presentes en las cartas de los restaurantes, es por lo que me llamó poderosamente la atención la noticia publicada días pasados de que «la provincia perdía nada menos que 12 millones de euros al año por no tener regulada la actividad micológica».

Muchos millones me parecen a mí, pero de cualquier manera las setas abundan en el campo leonés en cuanto caen cuatro gotas, aunque el exceso de lluvia las pudre. Es algo que la naturaleza ofrece generosa y como tal debemos recibirlo, por lo que no entiendo el afán recaudatorio de la Junta por regular la ancestral costumbre de pueblos y gentes de salir a buscar setas, sea con afán económico o gastronómico.

Quienes llevan años buscando y vendiendo setas saben el buen negocio que es. Tal vez lo único que haga falta sea diversificarlo. Y a tal respecto me parece adecuado imitar a otras zonas seteras, como Soria o Zamora, donde ha surgido toda una industria en torno a las setas, que se deshidratan y venden en tarros o bolsas para que se puedan consumir en cualquier momento, simplemente con ponerlas a remojo un par de horas o directamente si se añaden a un guiso. Y las jornadas de degustación y preparación de setas, así como su recolección, son otro de los reclamos del turismo rural a tener también aquí en cuenta.

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