Servicios mínimos

Todo está preparado para que las felices pascuas sean desgraciadas. Los enriquecidos sindicatos cumplen con su legítima obligación, que es defender a los que ahora se llama «desfavorecidos», o sea, los que no son como sus honrados dirigentes. Falta un mes, más o menos, para que la Virgen lave sus pañales en el río y para que los más sedientos peces beban y vuelvan a beber al son de los pesadísimos villancicos. La frontera de la inocencia está cuando no se les pide a los Reyes Magos que traigan juguetes, sino cuando se le pide al rey que elija con más cuidado a sus yernos. Estamos a tiempos de impedir la huelga de basuras antes de que superen el récord de Madrid, pero ¿cómo se hace eso en un pueblo que entre sus numerosas virtudes no figura en lugar destacado la higiene?

Hay problemas que se arreglan a última hora y otros que no tienen idea de la puntualidad, pero somos muchos los que creemos que antes de establecer los servicios mínimos habría que preocuparse de hacer una criba de servidores. Miles de personas dedicadas a solucionar problemas los crean por estas épocas. Este año han regresado antes que los turrones y Rajoy se apresta para aprobar una ley que haga compatible el derecho a la huelga y el que tenemos todos a no ver la basura al salir de casa, ni al entrar, aunque nos guste por igual una cosa que otra. Y sea la nuestra.