Diario de León

LA VELETA

Memorias que tiran a dar

Publicado por
Juan Carlos Viloria
León

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Hay libros de memorias que tiran a dar. Como el que acaba de escribir Pedro Solbes, ex vicepresidente económico de José Luis Rodríguez Zapatero. El circunspecto funcionario se ha destapado con unas confesiones inusitadas que bajo el inocuo título de Recuerdos han echado una paletada más de tierra en la biografía de Zapatero. En los últimos tiempos la clase política nacional se había lanzado al mundo editorial de las remembranzas sobre su paso por la vida pública aunque con más pena que gloria. José Bono abrió plaza con Les voy a contar y, a excepción de algunos roces con Alfonso Guerra y chascarrillos sin mayor trascendencia, lo que contó era perfectamente prescindible. El propio Guerra con Una página difícil de olvidar le devolvió el viaje. Y Zapatero por su parte intentó sin éxito justificar el desastre de su segunda legislatura publicando: El dilema, 600 días de vértigo.

En el caso del segundo tomo de las memorias de Aznar se ha hablado más de las ausencias en el acto de su presentación que de revelaciones de impacto. Cuando los hombres políticos desempolvan sus apuntes no tienen —habitualmente— otro objetivo que tunearse un poco la biografía, pasar alguna factura doméstica a compañeros de travesía, dar alpiste a los nostálgicos o, sencillamente, hacer caja. Pero la liebre ha saltado donde menos se esperaba. El hombre del traje gris que salió del Gobierno de Zapatero sin decir ni palabra cuando las cuentas del Estado se derrumbaban como un castillo de naipes ahora afirma que él ya sabía la que se venía encima y el remedio. Y que además se lo dijo por escrito al presidente

Y que el presidente le dijo que de recortes nada que él no quería perder el cariño de la calle. Solbes, con la misma sangre fría con que en aquel debate televisivo ridiculizaba —británicamente hablando— los augurios de Manuel Pizarro, confiesa ahora que se podían haber ahorrado un millón de empleos perdidos y que se hubiera ganado un año. Pero ¡ay¡ se podían perder las elecciones generales

La confesión de parte es tan contundente y bochornosa que solo se compensa —en menor medida— con la transferencia de toda la responsabilidad a Zapatero. Porque al exvicepresidente no parece importarle reconocer errores, arrepentirse en público de haber participado en el segundo Gobierno, con tal de que quede claro que él avisó al presidente y éste no le hizo caso. ¡Qué necesidad! Pero ahí ha quedado: «Desde noviembre de 2008 era evidente que la situación económica seguía empeorando y era urgente actuar. Expliqué al presidente del Gobierno que la economía española se enfrentaba a una profunda recesión». ZP dice que no se acuerda de nada, que él no recibió ningún papel. A él que le registren. Un espectáculo para llorar. El peor epílogo a la era Zapatero no se lo ha escrito la oposición sino su mano derecha en la Moncloa. ¡Al suelo que vienen los nuestros!

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