TRIBUNA
Contra esto, aquello, lo otro y lo de más allá
Te paras en la calle mirando al cielo fijamente y enseguida te rodea la gente mirando hacia donde tú miras: ahora ya puedes fundar una iglesia si prometes el más allá, o un partido político si prometes el más acá. El país es así. El profeta tiene más predicamento que el hombre que mira con realismo «la cosa». Los nuevos profetas reciben el nombre de tertulianos, y aseguran que el «debate» apunta a la posibilidad de una nueva república. ¿No estamos un poco hinchados de tanto debate que termina siempre en reclamación? Pero aquí se debate todo.
Un debate. No creo que la gente quiera volver a aquel experimento que costó una dictadura; lo que el debate oculta es el apetitoso puesto del rey para el partido.
El debate y lo que genera es descontento y desvergüenza en las reclamaciones de este coso que es la política nacional. Un gobierno fuerte como podía ser el socialista con repuntes frecuentes de dictadura del proletariado, no sabía lo que era una nación. Un gobierno débil como el del PP, sabe lo que es una nación pero le falta coraje para poner orden en ella y acallar el guirigay (no me refiero al día del orgullo, claro, sino a la patulea autonómica).
De momento, de momento las cosas son así: de momento. Desde que empezó esto hace treinta y ocho años seguimos esa fórmula de provisionalidad que se concentra en el sintagma «de momento». De momento las autonomías marchan, de momento la balanza de pagos es favorable, de momento tenemos a la iglesia sujeta, de momento los jueces son nuestros, de momento el aborto nos da o nos quita votos.
Sólo esa fábrica de analfabetismo que es la Logse, parece inamovible y algunos personajillos que en cualquier país estarían trabajando en el andamio, en este, parecen eternos candidatos a la poltrona: Guerras, Zapateros, Pagines, Aídos, Ferranes, sindicalistas para destuetanarse, Aznares, Mases, Griñanes, Anguitas, Bárcenas, Arenas, Trillos, etc.
Que un tío levante el brazo para saludar le hace sospechoso de fascismo. Que levante el puño izquierdo le hace progresista, (¡santo cielo!). Que exhiba la bandera de la época de Franco con su águila de los Reyes Católicos le vuelve fascista.
Que saque a bailar la bandera republicana es afirmación honorable de progresía. El escarmiento de una dictadura no es suficiente para este país. Igual que la antigua Roma, la necesita de vez en cuando.
España es el país que tropieza en las mismas piedras toda la vida y el que pisa eternamente la misma mierda. Tiene una monarquía discreta y eficaz, que de momento, ha sabido ganarse el respeto internacional, pues hay que machacarla, cambiarla. ¡Lo que necesita este país es la república! Tenía unas autonomías que parecía que quedarían satisfechas con su parcela de poder y chupe mayor que los estados federales, pues hay que cambiarlas en estados independientes y repetir 17 veces el Estado, con lo que pesa. Se había alcanzado un estado de bienestar notable, pues la avaricia, el robo sistemático, los bancos y financieras, la inmobiliaria, la corrupción y la desvergüenza acabaron con él. Ahora rasca españolito. Se elige un gobierno y, como decía Larra, al día siguiente de la boda española con él ya aparecen todas las desavenencias que lo incapacitarán para dar un paso y los problemas han de resolverse a gritos y escobazos. ¡Izquierdas y derechas! ¿Por qué no nacimos todos zurdos o todos diestros, todos chatos o narizotas?
«Ha mentido en sede parlamentaria» es estribillo de escándalo para la izquierda y la derecha que llevan mintiendo en la misma sede desde siempre.
El socialismo con sus promesas de paraíso llenó el siglo XX con pantanos de sangre (no olvidar que el comunismo es socialista y el fascismo es un socialismo).
¡Facha! El despectivo de fascista es el mote o remoquete que se aplica también, y esto es terrible, a todo el que pida un poco de criterio, orden o disciplina, incluso donde es absolutamente imprescindible: en las aulas o en la familia. («Mi padre es un facha» —lo he oído en el Instituto—) El insulto de «franquista» puede aplicarse al que piensa de forma diferente y el franquismo sea algo tan lejano para él como los Reyes Católicos.
Tal vez la derecha regüelda de placer al mirar el estado lastimoso al que los jefes o caudillos han llevado a la izquierda. ¡Vaya caos! Cada día es más débil el grito de guerra «Bárcenas» y en la frontera se escucha el murmullo «Ere» cada vez con más fuerza.
Pero al fin, ¿qué significa derecha o izquierda? No sea tonto, esto es una pregunta retórica. No intente definición porque no la va a encontrar. Son palabras pancarta para que la gente se ponga detrás.
En el despotismo ilustrado el principio era: «Todo para el pueblo sin el pueblo». En el nuevo despotismo, el principio es el siguiente: todo para el partido sin el pueblo.
La experiencia me ha enseñado algo que me parece verosímil por lo menos. Los franquistas que aguantaron el régimen y lo sufrieron con todas las consecuencias se volvieron demócratas y los republicanos que soportaron la barbarie de socialistas, comunistas o anarquistas y franquistas se han vuelto todos franquistas sin que pueda analizar este término ni sepa qué significa actualmente. ¿Acaso Zapatero no escondía un franquista en cada zapato?
Ya te lo he contado. Una amiga marroquí, miraba con atención a Hassan II perorando en la pequeña pantalla. De repente se vuelve hacia mí y me dice enfadada: —Vinancio, este país es un hostia. Pues eso.