Diario de León

SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS por ARTURO PEREIRA

La fiel infantería española

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Ser infante no es cualquier cosa. En la vida hay situaciones que determinan formas de ser, o como se dice en términos militares imprimen carácter. Una de ellas se puede afirmar sin temor a equivocarse, es servir a nuestra patria en la Infantería española. Esto no es fruto de de una pasión más o menos irracional de alguien que vivió parte de su juventud entre hombres de milicia que compartían un profundo amor por las virtudes que han hecho de España históricamente una nación admirada, entre otras muchas, por tener la mejor Infantería del mundo.

No es una afirmación gratuita. Ahí están los libros de historia para dar fe de lo que digo. El gran artífice del comienzo de las legendarias hazañas de nuestra Infantería fue Gonzalo Fernández de Córdoba, llamado con toda justicia «El Gran Capitán». El protagonista que en la serie televisiva Isabel aparece con el mismo nombre y que siempre está salvando la vida bien a la Reina o bien al Rey como muy bien saben los seguidores de las serie.

Si en la serie aparece como un hombre valiente, capaz y leal en la vida real lo fue hasta el límite. Su vida a tenor de lo que nos cuenta el historiador Ruiz Medrano estuvo presidida por la consigna de «construir y renovar». Construyó un nuevo concepto de Infantería, renovó sus estructuras y formas de combatir. Ganó múltiples batallas para los Reyes Católicos destacando las de Ceriñola y Garellano (1503 ambas) y sentó las bases de los Tercios. Destacó entre todas sus virtudes por la cercanía a sus hombres y ser capaz de transmitirles que él era uno más, sufría y vivía como ellos. Suscitó el recelo de monarcas y además de ser objetivo de la siempre pestilente envidia nacional que nos acompaña históricamente. Son famosas sus cuentas con el rey Fernando dándole cuenta de los gastos que había tenido que afrontar para enterrar y pagar oraciones por los enemigos de quien le recriminaba un excesivo derroche en las finanzas.

Gracias a hombres como Gonzalo, España fue la dueña del mundo porque se apoyó en su infantería. Los Tercios españoles desde 1534 hasta finales del siglo XVII dominaron los campos de batalla europeos desbaratando los intentos por romper la hegemonía española principalmente por parte de franceses e ingleses. Fueron momentos de esplendor en todos los sentidos para la patria.

Cervantes, Calderón, Garcilaso y Lope de Vega, además de servir como infantes contribuyeron con su talento a que se conociera la verdadera esencia de ser soldado. Calderón de la Barca escribió acerca de los Tercios: «Aquí la más principal/ hazaña es obedecer/ y el modo de cómo ha de ser/ es ni pedir ni rehusar». También afirmó que la milicia no es más que una religión de hombres honrados.

Lo que Calderón nos transmite en sus versos son valores como la honradez, sinceridad, humildad, igualdad, sacrificio… Valores que colocaron a la patria en la cumbre. Los infantes son el reflejo de la sociedad en la que viven. Aquellos, ilustrados unos, analfabetos otros, portaban en sus entrañas el modo de ser español, de entender la vida como un don recibido del Altísimo al servicio de un ideal. Y su vida no era menos dura que la nuestra, quizás se deba afirmar todo lo contrario.

No creo que se pueda calificar a Calderón como antiguo o pasado de moda. Sí es un clásico y los clásicos nunca mueren, tampoco sus valores. Quizás si retomáramos estos nos iría mejor. Frente a nuestro mundo actual donde el dinero determina nuestra vida, la Infantería sigue siendo depositaría del sentido del deber y la convicción de hacer lo que hay que hacer porque así debe ser y sin esperar nada a cambio salvo la satisfacción del deber cumplido. Camilo José Cela resumió muy bien este sentimiento del infante cuando escribió: «Quien no haya sido soldado de Infantería quizá ignore lo que es sentirse el amo del mundo a pie y sin dinero».

Cómo explicarle a los devotos del dinero y poder que puedes ser el amo del mundo sin necesidad de ser cicatero, egoísta y además sin un céntimo en el bolsillo. Esto, solo el que tenga un fiel sentido del compañerismo, de la amistad, lealtad y haya sido infante lo puede entender. En nuestra Infantería no existen problemas de ricos o pobres. Nadie te pregunta si eres homo, hetero, bi, o cualquier otro prefijo que se nos pueda ocurrir. Tampoco si eres hombre o mujer. Sólo se exige que dejes el yo para convertirte en yo y los demás, asumir que formas parte de una unidad que marcha al mismo paso y en la misma dirección. Sin engaños, aportando cada uno lo que puede y siempre sumando.

Servir en la infantería supone hacer un máster en igualdad de género, humildad franciscana (la de verdad) y en alegría de vivir por saber que todos los días al levantarte formas parte de un proyecto al servicio de la sociedad procurando su seguridad y bienestar.

El ocho de diciembre es el día de la Inmaculada Concepción, patrona de la Infantería. Creo que los infantes españoles merecen el reconocimiento al menos en este día por contribuir con su sacrificio a lo largo de los siglos a ser lo que somos. Con nuestras bondades (que son muchas) y nuestros defectos (que debemos esforzarnos por corregir)

A veces conviene leer de nuevo a nuestros maestros del Siglo de Oro para saber quienes somos en realidad y apartar algunos demonios que nos persiguen como la falta de fe en nosotros mismos. España fue grande y hoy es grande porque el alma del español lo es. Lo llevamos en los genes, además aún le queda la fiel Infantería.

Para saber más: El Gran Capitán . Autor: José Enrique Ruiz-Doménec. Editorial: Atalaya.

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