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León

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Como no viene la nieve anda la cuña a ver si tienta a las nubes para que se pongan morosas. Viaje arriba y abajo con el trajín de esparcir la sal por las carreteras de la montaña, que por el momento no sirve de mucho pero tiene a los caballos con la cabeza asomada más allá de las cunetas y los cascos asentados en la mediana para ver si chupan algo.

Este escenario de vísperas de Navidad en el que Ceiss, el artista antes conocido como Caja España-Duero, ha empezado a escribir cartas a los Reyes Magos para convencer a los preferentistas de que, con el fin de que Unicaja no ponga problemas, es un regalo que pierdan buena parte de los ahorros de una vida. Ese dinero que les convencieron de que metían en un plazo fijo sin riesgos, el producto bancario que más se ajusta al carácter leonés, y terminó por ser una operación bursátil para tiburones con corbata que no entienden de los ciclos de la naturaleza.

Los mismos bancos que, no satisfechos con el rescate que sale de los impuestos de todos se echaron a por la hijuela que le quedaba a los paisanos, ahora no dudan en acechar a los preferentistas.

Cartas y llamadas de los directores de las sucursales para que cojan parte del dinerín que metieron y no molesten, mientras en los juzgados se acumulan las sentencias condenatorias que ordenan resarcir la estafa hasta el último euro. Fallos que se suceden, como el logrado por el testimonio de un ex director ya jubilado que reconoció los modos impuestos por la cúpula de la Caja para que comercializaran las preferentes con engaño. Más fuerza social cada vez, a la par que la Consejería de la Junta que dirige Tomás Villanueva publicita las mediaciones.

Milongas políticas, cuando el único camino de las administraciones públicas debería pasar por una sanción a los estafadores al estilo de la firmada esta semana por la UE para los manipuladores del Euríbor. Pero la normalidad cunde pese a que se demuestre que Nova Caixa Galicia firmó subordinadas a un bebé de cuatro meses o que, en el panel de ofertas del banco malo, se vendan pisos, de entidades rescatadas que hincharon la burbuja, un 50% más baratos del precio que pagaron ahorradores hace ni cinco años. La muestra de otra estafa que queda al descubierto. Ahí no abre camino ni la cuña.