EL CORRO
Villarrubia-López, una bicefalia insostenible
No veo una pugna entre Villarrubia y López», decía hace unos días en este diario la portavoz socialista en el Congreso, Soraya Rodríguez. De creer dicha afirmación, la ceguera política de tan relevante figura socialista sería ciertamente alarmante. Parece obvio que la diputada vallisoletana optó por negar la evidencia, esa extendida práctica que tanto contribuye a minar la credibilidad de la clase política.
El pulso que mantienen el actual secretario autonómico del PSOE, Julio Villarrubia, y su antecesor, Óscar López, el portavoz socialista en las Cortes y secretario Federal de Organización, no sólo no ha remitido, sino que registra un parte de incidencias casi diario. El pasado viernes Villarrubia presentaba ante el comité autonómico un documento con 200 propuestas que supone una especie de reformulación del programa electoral presentado por los socialistas en las elecciones autonómicas de 2011. Una revisión y puesta al día sin duda necesaria ante la repercusión que las políticas del Gobierno Rajoy han tenido y tienen sobre las comunidades autónomas. ¿Cuál es el problema? Pues que dicho documento ha sido elaborado sin contar ni con Óscar López, ni con el grupo parlamentario socialista de las Cortes, ni con los secretarios provinciales del partido, ni siquiera con el pleno de la comisión ejecutiva autonómica, instancias todas ellas en las que Villarrubia se siente en minoría.
El episodio refleja hasta qué punto cada cual hace la guerra por su cuenta sin respetar a los órganos de dirección ni a los procedimientos internos. Casi siempre guiados por un obsesivo propósito de aparentar que se tiene más iniciativa y autoridad que el compañero en liza por la candidatura socialista a las autonómicas de 2015.
Para no ser menos, Óscar López acaba de advertir a la Junta que, si no denuncia la reforma local de Montoro, el PSOE de Castilla y León no mantendrá el pacto alcanzado con el PP para desarrollar la Ley de «ordenación territorial» aprobada en consenso con el PP. Aunque dicho consenso fue fraguado por López, lo lógico es que la advertencia sobre su ruptura la realice el secretario autonómico. Y no consta que hayan cruzado palabra alguna sobre un asunto de tanta trascendencia.
Una bicefalia no comporta necesariamente enfrentamiento entre ambas cabezas, que podrían estar perfectamente en sintonía. Pero no es caso. En lugar de volcarse en una acción conjunta de oposición, López y Villarrubia se dan continuamente la espalda, manteniendo agendas paralelas en busca de apoyos internos de cara a las futuras elecciones primarias que han de dirimir la candidatura socialista a la presidencia de la Junta. El final del desvarío será la victoria pírrica de uno de los contrincantes a costa de hundir todavía más la maltrecha credibilidad del partido.