Creyentes

Ha dicho Zapatero en León que se niega a reconocer que España haya vivido por encima de sus posibilidades. El problema que hay que dilucidar es quién se ha despertado de este periodo de narcotización para darse de bruces con la realidad, porque yo niego la mayor. España siempre ha vivido por encima de sus posibilidades mientras todo se derrumbaba a su alrededor. La ilusión lleva sin desfigurarse muchos siglos, siglos en los que no hemos avanzado nada porque seguimos siendo propiedad de un grupo que cree que el país es suyo y puede disponer a su antojo de nuestras vidas.

Las cajas son un ejemplo de lo que supone servirse del dinero de otros para desfalcar el sistema desde dentro, inflando de manera desmesurada una burbuja con la que se mantuvo a la sociedad enganchada a la creencia de que la riqueza no tenía fin, de que el pelo de la dehesa se nos había caído mientras lo único que ocurría era que se nos aplicaba la dosis necesaria para que no nos percatáramos de que Eldorado se lo llevaban otros. Agitación y propaganda, desinformación, que aquí los de siempre han actuado como maestros de la confusión para que pensáramos que todos estábamos invitados al banquete. Unos se enganchaban a la heroína y otros se llevaban la pasta.

Así que, sí, aquí todos hemos vivido por encima de nuestras posibilidades. Unos, de manera consciente, otros dejándonos llevar por la fiebre del oro, sin darnos cuenta de que apenas a la vuelta de la esquina seguíamos atados a los surcos de la tierra. Quién más quién menos se aprovechó de la voracidad creada por la pompa resplandeciente de la mentira y, ahora, cuando ya siquiera queda luz para regar nuestra sombra, cada día más estrecha, pedimos cuentas, como si las cuentas pudieran devolvernos nuestra identidad. Posibilidades, menuda palabra. Vivir por encima de nuestras posibilidades. Era posible que todos pudiéramos vivir como ricos pero no resultaba nada probable que la representación durara para siempre, que la taquilla fuera suficiente para que saliéramos indemnes. Nos dejamos narcotizar por banalidades. Todos. La burbuja no fue (solo) un espejismo de la construcción. La hubo también en el mundo del arte, de la investigación, de la política, de las letras, del fútbol, de la política, de... porque para que una ficción se haga real todos tienen que hacerse creyentes. Ahora queda la desintoxicación.