Diario de León

SEGURIDAD Y DERECHOS HUMANOS por ARTURO PEREIRA

El demonio se cuela en el jardín

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Se dice que el mayor éxito del Demonio es convencernos de que no existe. Pero al igual que las meigas existen como todo el mundo sabe, hay hechos que solo se pueden explicar recurriendo a un presencia maligna.

Cuando no estamos acompañando suficientemente a las víctimas del terrorismo en su largo duelo de manera eficiente y con toda el alma, estamos permitiendo no sólo que el Demonio se nos haya colado en nuestro jardín sino que además hemos permitido que se siente en la mesa y se tome un café a nuestra consta.

La salida de los etarras de prisión de una forma precipitada ha inflingido un nuevo dolor a sus víctimas. A toda persona de buena voluntad se le ha retorcido lo más profundo de sus entrañas al ver como abandonaba la prisión Inés del Río sin haber manifestado un mínimo de sentido de la culpabilidad y por supuesto de arrepentimiento. A ella le seguirán más y adoptarán la misma actitud de indiferencia y desdén. Sólo algunos han asumido su culpa y han pedido perdón a las víctimas.

La espiral de dolor que generaron los actos terroristas se retroalimenta ahora con una sentencia que se pudiera calificar desde el punto de vista jurídico como ajustada a la legalidad. Entiende que los etarras ya han sido suficientemente castigados si tener que cumplir íntegramente las condenas a que fueron sentenciados.

La justicia implica castigo. La sociedad democrática establece las leyes de forma libre para permitir la convivencia. La violación de las leyes se castiga con las penas cuyo fin último es garantizar que quien cometa delitos tenga la certeza que la sociedad le pedirá cuentas exigiéndole una contraprestación, principalmente su pérdida de libertad. Esta misma sociedad entiende que la sentencia puede ser justa para los terroristas porque quizás desde una perspectiva estrictamente de técnica jurídica la pena impuesta no fue la adecuada. Pero lo que no asume toda persona de bien es que sea justa para las víctimas.

¿Puede ser una sentencia justa e injusta al mismo tiempo? Santo Tomás afirma que justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno su derecho. Es más, afirma que el concepto de justicia comporta igualdad referida siempre hacia otro.

Para los terroristas puede ser justa pero, ¿Ha sido justa para las víctimas? Cuando un terrorista no se arrepiente, ni pide perdón a las víctimas, a estas sólo les queda como elemento consolador alcanzar una mínima justicia restaurativa. Esta solamente la puede aportar el cumplimiento de las leyes y la aplicación de las penas correspondiente. Cuando esto quiebra, como es el caso, las víctimas ven como su única posibilidad de restañar en parte su dolor se aleja.

Nunca he oído a una víctima del terrorismo clamar venganza pero sí justicia. Se ha dado la paradoja de que los causantes del mal han salido beneficiados y sus víctimas perjudicadas nuevamente agraviadas. A la pérdida de seres queridos, al dolor de por vida, se une una sensación de desolación. No se puede entender cómo es posible que personas que han conceptualizado el asesinato como una práctica sistemática para conseguir sus objetivos, sean los beneficiarios de una sentencia que no tiene en cuenta en absoluto tanto sufrimiento y tantos proyectos de vidas de personas honestas que lo único a que aspiraban era a ser felices junto a sus seres más queridos a los que jamás volverán a ver.

Es una sentencia que duele incluso a quienes la tienen que aplicar. Todo el que tenga un mínimo de dignidad se debe sentir dolido, todo el que se preocupe por los demás se sentirá afectado. Estoy seguro de que quienes dictaron la sentencia sintieron en su interior una profunda contradicción entre lo que sentenciaron y lo que les hubiera gustado sentenciar. Quizás fueron reos de una legislación y una práctica jurídica no muy acertada.

En esa contradicción entre lo que debiera ser y lo que se ha hecho finalmente es donde el Demonio enreda para unos, para otros simplemente se trata de errores jurídicos, lo podemos llamar como nos plazca pero el lío es monumental y el laberinto no ha hecho más que complicarse. El mal ha ganado una batalla, el Demonio, en la eterna lucha entre el bien y el mal se ha apuntado un tanto. Habrá que sacarlo del jardín cuanto antes y comenzar a tomar decisiones que garanticen los derechos de las víctimas como por ejemplo el cumplimiento de condenas íntegras por los terroristas. La cuantía de las mismas las decidirán los representantes del pueblo que para eso están, pero que se cumplan.

Para saber más: De los delitos y las penas. Autor: Cesare Beccaria. Editorial Altaya.

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