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Orden judicial en mano la policía registró durante más de doce horas la sede nacional del PP sita en la calle Génova de Madrid. Buscaban facturas, evidencias de lo que el juez Pablo Ruz, encargado de la investigación, en un auto anterior expresaba como «presunta existencia por parte del PP de una cierta corriente financiera de cobros y pagos continua en el tiempo al margen de la contabilidad remitida al Tribunal de Cuentas».

Casi al mismo tiempo, en Sevilla, 50 guardias civiles tras cortar la calles aledañas entraban con un mandamiento de la juez Alaya en las sede de la UGT y procedían a un registro de 11 horas. La juez investiga el presunto desvío de fondos públicos (librados por la Junta para cursos de formación), para pagar gastos del sindicato: fiestas, congresos, viajes, etc. También en la capital andaluza, otra jueza, la del Juzgado 3, imputa al presidente de la patronal andaluza por una presunta estafa inmobiliaria.

En Málaga, pese a la presión ambiental, Mariana Peregrina titular del Juzgado de Instrucción número 5 de Estepona que ha imputado a Lourdes Cavero (esposa de Ignacio González presidente de Madrid), por un presunto blanqueo de capitales y delito fiscal, sigue adelante con la investigación. En Barcelona, tras el auto dictado por el juez del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, Enric Alsina, se está a la espera de que un jurado popular juzgue a Oriol Pujol, diputado de CiU imputado por tráfico de influencias en el conocido como caso ITV.

Quienes tomando como referencia la polémica elección de los miembros del Consejo General del Poder Judicial han dictado ya sentencia contra la Justicia y los jueces que la administran condenándoles por exceso de contigüidad con la política y los políticos, deberían revisar el veredicto. Ahí tienen estos cinco casos tomados de la crónica de los últimos días para poder sacar conclusiones. Siendo cierto que algunos jueces y fiscales (pocos) parecen estar demasiado pendientes del escalafón y de los focos de la televisión, es de justicia reconocer que la mayoría cumple anónima y abnegadamente con su deber. Les toque lo que les toque en el reparto y caiga quien caiga.

En estos tiempos en los que los ciudadanos a través de las encuestas destacan lo mucho que les preocupa la corrupción, creo que es hora de reconocer la labor tenaz de los jueces que se atreven con los casos en los que los presuntos implicados son personajes con poder político. Afortunadamente, todavía hay jueces en España.