EDITORIAL
El niño tiene prioridad y también su arraigo
El caso de los niños de Santa Lucía de Gordón requiere la máxima atención de las instituciones porque la prioridad por encima de todo tienen que ser los pequeños. Los precedentes con situaciones similares protagonizados por menores han generado demasiadas dudas y ahora el caso de estos niños reclama cautela porque las decisiones que se tomen sin duda tendrán unas consecuencias directas para esos pequeños.
La opción de apartar totalmente de su familia al que ya está acogido en un centro social podría ser cuestionada fácilmente con el criterio de que un pequeño nunca debe desarraigarse de una manera tan radical si el objetivo final del proceso es que algún día pueda volver junto a sus padres. Una hora a la semana como régimen de visitas parece un poco escaso si se busca una solución estable tanto para este pequeños como para su hermano, sobre el que existe una reclamación para que sea entregado también a la Consejería de Familia.
El problema es muy grave porque en juego están las posibilidades de que estos dos pequeños puedan vivir una infancia razonable y un proceso de maduración para ser adultos con todo lo que supone. La situación actual genera demasiadas incertidumbres porque el mejor camino para alcanzar esos objetivos no pasa porque los pequeños vivan de una manera inestable y sin ese arraigo que al final puede ser la clave para que en un futuro no les pase factura todo este procedimiento.