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ERNESTO ESCAPA
León

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Escribo en el setenta aniversario de la tragedia ferroviaria de Torre del Bierzo, que este domingo evocó en el periódico el novelista Carlos Fidalgo. A pesar de las décadas transcurridas y del despliegue de la navegación aérea, sigue siendo la mayor carnicería del transporte en Europa. Y fue fruto de otra etapa de recortes, entonces derivados de la penuria posbélica. Antes hubo avisos, porque andar con el agua al cuello suele producir ahogos. En julio de 1941, con la hierba en los pajares y el centeno todavía en las eras, un percance del expreso entre La Robla y La Pola de Gordón dejó un saldo de catorce muertos con una veintena larga de heridos.

Dos años y medio más tarde, en vísperas de Reyes, la tragedia de Torre del Bierzo quedará cubierta por una nube de rumores, para acabar en la bruma de una novela de Cela y en el guinness de los sucesos ferroviarios, como el accidente de raíl con más víctimas. Es mediodía del 3 de enero cuando el tren de Madrid a Galicia llega con retraso a Astorga repleto de pasajeros. Se acerca Reyes y la soldadesca aprovecha la fiesta para pasar unos días en casa. El convoy viaja con dos locomotoras afectadas por diferentes achaques. El más grave está en los frenos de la tracción titular, que vienen fallando desde su calentón en la sierra madrileña. La pendiente del Manzanal los pone al rojo vivo, así que desenganchan una locomotora en el apeadero de la Granja de San Vicente y el tren sigue hacia Torre del Bierzo, a pesar de las protestas del maquinista.

Diecinueve túneles conducen el trazado entre Brañuelas y Torre, salvando más de trescientos metros de altitud. Uno de ellos es el Lazo, que da la vuelta sobre sí mismo y resulta especialmente temible por el agobio de los tufos. El convoy coge una velocidad incontrolable, salta la estación de Albares y sobrepasa la de Torre, chocando en el túnel inmediato con una locomotora de maniobras, que trataba de alejarse. El impacto provoca el fuego en los vagones e inutiliza las señales de aviso. Así que el tren carbonero que viene de Bembibre se suma a la tragedia. El incendio en el túnel prosiguió durante tres días.

Las primeras noticias del accidente quedan en aviso, porque rápidamente el embozo de la censura las amortigua. Aunque la sangre acaba por traspasar las vendas. Entonces brotan en cascada los bulos y rumores. Todavía hoy el balance de muertos oscila entre los 58 del juzgado de Ponferrada, los 78 que concede Renfe y una horquilla estremecedora de entre 500 y 800 víctimas que recoge el guinness ferroviario. Cela, en Mazurca para dos muertos, evoca el túnel del Lazo «como una sepultura que no se llena jamás». Durante más de medio siglo, aquellas víctimas ni siquiera contaron con el homenaje de la memoria.

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