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León

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Melchor me ha traído una corbata. Lo mío hubiese sido estrenarla hoy, pero un inesperado descubrimiento me ha colocado en una situación de zozobra textil: Barcenas tiene una igual, según pude confirmar ese mismo día en una fotografía del periódico. Y eso me condiciona para ponérmela, pues la corbata dice mucho de nosotros No es que le tenga al ex tesorero por hombre poco elegante, pero somos de esqueleto muy diferente; para empezar, él su barriga la tiene en paraísos fiscales, mientras la mía si quiero ocultarla no me queda otra que meterla para adentro, o dejármela olvidada en el gimnasio. ¡La misma corbata de Barcenas! No obstante, el regalo me llena de ternura, pues su majestad ha de tenerme por alguien muy importante. ¿Hubiese preferido que me regalase el chándal de Paquirrín? Hombre, no, tampoco hay que pasarse con la vanguardia del diseño. Me gusta, pese a la desagradable coincidencia. Porque no le quepa al lector ninguna duda que el primer día que me la ponga alguien me espetará: «¿a qué no sabes quién tiene una como esa?» Y seguro que no será George Clooney, aunque hubiese salido con ella en las páginas de espectáculos. Eso sí, la del ex tesorero además llevaría incorporado un Ipad. La mía es sólo de carne y hueso.

Durante la Transición, la derecha y la izquierda se diferenciaban en su vestimenta en el uso o no de la corbata, como antes lo hicieron en el uso o no del sombrero. Ya tales diferencias han desaparecido, pues no existe un único concepto de lo elegante, ni de la vulgaridad, por fortuna. Este invierno, por ejemplo, van a volverse a llevar los marianos. Y leer a la luz del candil las facturas de la luz.

Pero no seamos catastrofistas, éste va a ser el año de la recuperación económica, aunque nadie haya concretado de la de quién. De llegar, que nos coja en perfecto estado de revista, aunque sea de Broadway. ¿Con una corbata negra con lunares blancos? Bueno, que Barcenas y el rey Melchor me perdonen, pero voy a ver si me la cambian en la tienda por otra que vaya con mi estilo, más discreto y menos de aquí estoy yo y mi circunstancia…. pongamos… una blanca con lunares negros. En corbatas, sombreros de copa y coche de alta gama soy más de pasar desapercibido.