Diario de León
Publicado por
JULIA NAVARRO
León

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N o es difícil imaginar por lo que ha tenido que pasar el juez Castro hasta tomar la decisión de imputar a la infanta Cristina por un delito fiscal y de blanqueo de capital en relación con el caso Urdangarín, o sea el caso de su marido. Durante meses este juez ha tenido que sufrir campañas de desprestigio, presiones también de determinados medios, sin olvidar el eco de la opinión pública indignada por creer que a la infanta Cristina se le estaba dando un trato de favor por ser quien es. Lo que es evidente es que el juez ha tenido un comportamiento escrupuloso y ha ido tirando de los hilos del caso Urdangarín y ha llegado un momento en que resulta inevitable preguntar a Cristina de Borbón por los negocios compartidos con su marido. Una imputación no es una condena, aunque sin duda es más que un contratiempo, pero parece que si algo es necesario e inevitable es que Cristina de Borbón declare ante el juez.

No quiero ni pensar la que se le va a caer encima al juez por haber sido capaz de imputar a una infanta de España. Si ya ha tenido que sufrir insultos, campañas y presiones, ahora va a ser peor porque hay quienes han venido haciendo lo imposible por intentar desprestigiar a un juez que se encontró con un caso que no había buscado pero que tiene una gran trascendencia habida cuenta la situación difícil por la que atraviesa la Corona, no sólo por este caso, sino por algunos otros errores cometidos por algunos miembros de la Casa Real, incluida la famosa cacería del rey.

La verdad es que el juez Castro viene actuando con un rigor exquisito sin salirse un milímetro de lo que marca la ley. Sus pasos han sido lentos pero seguros, y si una impresión está dejando en la opinión pública es que su actuación está exclusivamente motivada porque es un juez cuyo único compromiso es estar al servicio de la ley.

Cristina de Borbón tiene todo el derecho no sólo a defenderse sino a que nadie cuestione su inocencia hasta que no haya una resolución judicial. Lo primero será que acuda a declarar, y a lo mejor el día que declare el juez concluye que hay que levantar la imputación. No hay que adelantar acontecimientos.

Lo que es evidente es que la imputación de una infanta de España es una noticia que conmociona a la sociedad sobre todo, insisto, en un momento de crisis institucional, donde la ciudadanía asiste atónita día sí y día no a todo tipo de casos de corrupción que tienen como protagonistas a partidos políticos, sindicatos, banqueros, e instituciones. Y sí, también la Monarquía sale tocada del caso Urdangarín.

Supongo que pedir que se deje al juez Castro trabajar tranquilo y que no se convierta la imputación de la infanta en un circo, es mucho pedir, pero en mi opinión la decisión del juez es una demostración de que los ciudadanos, pese a todos sus defectos, aún podemos seguir confiando en la Justicia. El juez Castro es un ejemplo de rigor e independencia. Y con jueces así no sólo gana la Justicia, sino que ganamos todos.

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