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camino gallego
León

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De vez en cuando salta a la actualidad alguna noticia relacionada con el patrimonio de nuestros pueblos, más bien con su deterioro que con su recuperación. Por desgracia son muchas las necesidades y pocos los medios para cubrirlas. Por eso encorajina más que algunos pongan chinitas en el maltrecho camino de las restauraciones en vez de dar facilidades, especialmente si lo hace el organismo competente, que lo único que así demuestra es su incompetencia. Para quien no lo haya cogido, me refiero al caso de la Junta de Castilla y León y la multa de 300 euros que puso al párroco de Villarmún, por no haber esperado (y arriesgado a perder 8.000 euros de ayuda de algunas instituciones) a tener el permiso (que se retrasó considerablemente) para restaurar un retablo de la iglesia. Por cierto que dicho templo había sido remozado con ayudas de la propia Junta pero hay que terminar la tarea en el interior. Además del retablo ‘multado’ hay otro que también precisa atención, así como un nido de cigüeña que deteriora la cubierta...

El buen párroco no sabe qué hacer para que la feligresía mantenga el rico patrimonio a salvo del deterioro.

Está claro que hay que actuar antes de que sea demasiado tarde, que no se caiga parte de la torre (como ocurrió en Luengos) y destroce el tejado. Hay que prevenir para no lamentar, pero no siempre se consigue y los organismos, esos mismos de los que nos dicen que se crearon para atender estas necesidades, son los primeros en sentirse desbordados. Y si no tienen dinero para ayudar, que ayuden agilizando permisos y no poniendo trabas cuando otros logran los dineros para evitar deterioros.

La iglesia de Villarratel tiene un valioso artesonado mudéjar, policromado con pinturas y grabados, que ha sido ya objeto de una tesis doctoral en nuestra universidad, pero sin embargo se encuentra en el más completo abandono (y eso que se reparó la cubierta para impedir su deterioro), con algunas tablas sueltas que penden cual espada de Damocles sobre los fieles que acuden al culto. Si un día ocurre una desgracia nos lamentaremos.

Son muchas las necesidades en esta provincia, pero quién se atreve a buscar ayudas si quien debería velar por la conservación de este patrimonio y no tiene medios para hacerlo, tampoco da facilidades para que otros lo hagan. Como el perro del hortelano...

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