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León

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España se juega mucho en este proceso de primarias que anuncia el PSOE. Con la crisis de credibilidad política que vivimos en los últimos tiempos sería muy sano que el partido que ha sido pionero en tantos aspectos fuese capaz de una vez por todas de democratizar su organización interna. Llevamos dos décadas oyendo hablar de primarias y de momento nadie ha sido candidato a La Moncloa tras ganárselo en las urnas internas. Todo un déficit o una prueba de que al final los aparatos de los partidos se limitan a hacer el paripé cuando por dentro se asemejan más a los férreos organigramas de la vieja Bulgaria.

Los líderes de los dos grandes partidos —uno en La Moncloa y otro en Ferraz— se convirtieron en tales por un procedimiento tan democrático y edificante como es el dedazo. Aznar y Zapatero nos designaron a quienes son hoy los máximos representantes de la política nacional. Y en el resto del organigrama político tampoco hay mucho ejemplo esperanzador con un Artur Mas al que desde hace años se sabía delfín de Jordi Pujol —valga como muestra de los nacionalistas—, con UPyD que hace bueno lo de ser dos y tener tres bandos—paradigma de los partidos de signo caudillista donde se corta la cabeza a todo el que tenga aspiraciones—, y con los que a estas alturas siguen justificando dictaduras, holocaustos, genocidios o lo que sea cuando los autores son los de la misma bancada.

El nuevo proceso de primarias nace con demasiados interrogantes. Que sea un representante de la izquierda o del centro-izquierda el que plantea un sufragio censitario previo pago de euros resulta, al menos, sorprendente. Huele todo en exceso a intentos por controlar el proceso para evitar experiencias pasadas cuando no ganaron los que debían o incluso hubo que echar a candidatos antes de la votación porque amenazaban con dar la sorpresa.

Aquí en Castilla y León se habla mucho de los dos candidatos a las primarias y su supuesta guerra por ser cabeza de lista de los socialistas a la presidencia de la Junta. Me temo que los tiros no van precisamente por ahí porque a nadie le gusta ir de cara contra un muro como es el monopolio pepero de esta Comunidad. Al final lo que está en juego son las listas de las municipales y autonómicas. El reparto de puestos de salida. La batalla interna de los socialistas no es por el cartel es más bien por el «cártel» de los cargos.

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