Diario de León
León

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Por fortuna, La Bicha no está muerta sino dormida. Al parecer, este entrañable bar leonés volverá a abrir sus puertas. Es célebre tanto por su morcilla —la mejor de León, según amplio consenso— como por el carácter hosco de quien la sirve. Cría dos famas y échate a dormir. Que ofrecía oro negro está fuera de toda discusión, pero ya todo lo referente al gerol de su hostelero merece un congreso internacional, a ver si cuando el Palacio de marras esté operativo. ¿Es tan raspa cómo se dice? En estos días en todas las informaciones se ha citado su condición de arisco. No sé yo. Don de gentes no tiene, admitámoslo, pero tampoco vamos a llamar por ello a un exorcista. Ninguna de las veces que estuve en su local me ha retado a duelo, será porque todo lo pido por favor y solo cuando me toca el turno. Eso sí, Paco —así se llama el hostelero— al atenderte resopla más de lo habitual. Pero en esto de la forma de ser todo es relativo, o sea, según con quién compares. En las memorias de la secretaria de Hitler, ésta lo califica de jefe adorable. Ella sabrá. ¿Se lo vamos a discutir? En lo de nuestro paisano puede que haya algo de leyenda negra. ¿Y si estamos ante un genio del marketing, creador de un estilo de trato al cliente basado en el refunfuño como una de las bellas artes? Admitamos también que hay clientela que es como para mandarla a tapear a Siberia. Si la barra es para gladiadores, la plancha exige además santidad. Debe de ser muy duro escuchar a diario peticiones en estéreo, mientras aún no has terminado de atender a un cliente. Lo importante es que cuando La Bicha abra de nuevo sus puertas, el sabor de su morcilla siga siendo el mismo. No vaya a ser que con amabilidad cueste más y sepa menos.

«Cuida tu carácter, pues será tu destino», sentenció el sabio. Domarlo lleva su tiempo, a todos. Con los años, donde antes se rugía tal marabunta pasas a entonar Suspiros de España. Viene a ser lo mismo, pero con autocontrol.

A mí este hostelero me cae muy bien, aunque lo suyo no sea el parlamentarismo. Terminará convertido en un Genarín de nuestra gastronomía. Santo morcillero. ¿Tiene mal carácter? Quien quiera mimos que se compre un perro, esgrimirá él. Ah, la condición humana.

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