Diario de León
León

Creado:

Actualizado:

Una vuelta rápida por León basta para encontrar más agujeros por las calles que todos los que se han censado en el recuento de la plaza los carros. Esta ciudad es así de imposible para los milagros, y peor lugar para poner la tienda. Lo acaba de comprobar el agitador social camuflado bajo el aspecto senil de la piel curtida por la intelectualidad, al que en vez de por guasap se le ha encargado hacer prender la chispa revolucionaria contra el alcalde de León con el método pizzini. A ver si al subterráneo le hacen una boca de metro en Fernández Cadórniga, y de las barricadas se pasa a los palacios de invierno, y la libertad termina por guiar al pueblo, y la muchedumbre sale a la calle en un horario distinto a la apertura de los pubes o en otra fecha del calendario que no sea san Froilán, o con los pendones y el reclamo de la morcilla de por medio. Lo más que ha ido el encargado de redactar el manifiesto al lugar del empedrado en el que quieren volver a quemar a Juana de Arco es a tomar algún vinín, a las barricas, cuando acompañaba a ese célebre concejal que en el tránsito y el giro a la derecha ha terminado por marearse. Supimos que no era como los demás —demás concejales— el día que en una junta de gobierno mientras el resto de compañeros celebraban un coche nuevo irrumpió en la sala con que se había comprado un caballo. En medio de ese panorama pre revolucionario que acerca el ambiente de las calles de León al que se respiraba por San Petersburgo en las vísperas del invierno de 1917, las guerrillas esperan instrucciones que se dictan al compás de la vieja hispano olivetti que sacude la siesta al vecindario de los viejos patios catedralicios, del teclado gótico que en picos de máxima producción ha llegado a acallar los graznidos de las grajillas que pueblan las troneras de la pulcra leonina. De esa pieza de coleccionista nace un guión de instrucciones para la guerra; sin caer en la cuenta de que el ejército está machacado, en el caso de que quede algo de tropa, de tanta trinchera que ha pisado. A cualquier paisano leonés le explicas hoy que esta vida es una mierda, que caminamos al abismo de cabeza, y tira de hemeroteca y te jode la primicia. Echas la vista atrás treinta años y sobran acontecimientos crudos para haber encendido el firmamento. La revolución no se va a televisar. La realidad es tan puta en esta ciudad que resulta más fácil ganar el Nobel que colocar a la familia en el museo provincial.

tracking