Diario de León

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La diferenciación de géneros como estructura del espacio comunicacional se basa en un sistema taxonómico de valores y normas que constituyen una cultura compartida desde la que se originan códigos complejos de acción que abarcan todos los aspectos de la vida humana. Estas clasificaciones taxonómicas culturales están en la génesis histórica de la diferencia de papeles sociales en función del género masculino o femenino. Así el espacio comunicativo se edifica sobre una diferenciación entre lo propio del hombre y de la mujer de forma que el género es la topología subyacente en el espacio comunicativo extraída del espacio social. Los medios de comunicación de masas han asumido la función de estabilizar, integrar roles, valores, normas, símbolos, etc. modelando las posiciones de los actores en el territorio social, de hombres y mujeres. La socialización y el aprendizaje de roles y tareas de las mujeres ha sido enfocada al ámbito privado, mientras se educaba a los varones para el ámbito público, desde los libros de texto a la influencia familiar. No se trata de estudiar el papel de las mujeres en un mundo aparte separado del de los hombres sino de conocer realmente el lugar y las formas de participación y de referencia de las mujeres como género en los medios de comunicación y en la sociedad en general. La ONU señalaba ya en 2000: «Es lamentable que los medios de muchos países no ofrezcan una imagen equiponderada de la diversidad de la vida de la mujer y de la contribución de ésta a la sociedad».

Entendemos la visibilidad como un constructo teórico que permite describir la percepción que tiene la sociedad de un colectivo específico y que es el resultado de la combinación de tres elementos: participación, poder y conocimiento, ligados a las actividades humanas. La visibilidad no es un concepto natural, sino cultural, contextual dependiente de las atribuciones y percepciones de las personas que observan y del poder formal e informal que la persona ostenta, y poco poder ostentan las mujeres en nuestra sociedad, excepto casos muy puntuales. La visibilidad es una dinámica en la cual una comunidad reconoce a los individuos, para fortalecerlos individual y colectivamente en la confianza, la tolerancia, la motivación, la autoestima, el trabajo en equipo, siendo factores que refuerzan la autoconciencia del yo. Pero cuando las mujeres escribimos o realizamos cualquier manifestación de disconformidad con la discriminación social que sufrimos, se nos suele despachar con irónica condescendencia de feministas radicales, para acallar la conocida realidad que, sin embargo, la mayoría se niega a admitir. Tres detalles de este mismo periódico pueden ilustrar perfectamente lo que se señala: la entrega del Premio a los Valores Humanos a las religiosas de Sahagún era un perfecto desfile de varones; ni siquiera el 15% eran mujeres; un segundo caso, el de Fitur en el que las únicas mujeres noticia fueron dos neumáticas macizas que atraían la atención de los hombres, pero a nadie se le ocurrió poner a dos «machoman» para atraer a las mujeres visitantes (¡total para lo que pintan en las decisiones!); el último puede ser esta misma sección Tribuna del Diario de León: no llega al 2% las mujeres que ponemos en ella nuestra firma. En la Universidad Española sólo un 14% de los catedráticos son mujeres; y menos del 10% ocupan cargos; en la Universidad leonesa no hay ni una sola mujer doctora honoris causa y entre las nuevas y recientes propuestas tampoco aparece ninguna mujer en un ámbito en el que supuestamente existe la igualdad. Atendiendo a la visibilidad: ¿Cuántos artículos de opinión en la prensa y en la radio llevan firma de mujeres? ¿Cuántas mujeres están en los Consejos de Administración de las grandes empresas, públicas o privadas? ¿Cuántas tertulias en los medios tienen mujeres formando opinión social? ¿Cuántas mujeres dirigen periódicos? ¿Todavía hay quien no crea en el famoso techo de cristal?

Vemos que las actividades de los hombres se especializan en estar cerca del dinero, de lo público, mientras que las de las mujeres van hacia la responsabilidad doméstica y familiar. Por ello las actividades masculinas tienen mayor impacto social que las femeninas, por su mayor visibilidad y por la cultura tradicional en los medios cimentada en opiniones de hombres. Diversos informes confirman que una sociedad dominada por los hombres tiende a velar (con velo de ocultar) a las mujeres que, comparativamente apenas están presentes en la información, o en el análisis socio-económico o político o, incluso en las proyecciones a largo plazo. Y como el reconocimiento a las personas no va vinculado al saber, sino al poder y, sobre todo a la visibilidad, es un campo donde las mujeres tienen una batalla perdida de antemano. También en el currículum investigador se encuentra encubierto el destinatario del «logos» de la ciencia que está mayoritariamente representado por los hombres, sobre quienes se hacen y a quienes se dirigen los informes científicos. De hecho en los propios ámbitos académicos las mujeres sufren doble discriminación: dirigen más trabajos científicos, pero son menos difundidos; la inconsciente vanidad de los varones tiende a minusvalorar o directamente a despreciar con irónica condescendencia, las aportaciones científicas de las mujeres.

Esta especie de androcentrismo social y científico tiene una innegable raíz cultural que da una visión de la realidad centrándose más en lo masculino, siguiendo esquemas que vienen ya establecidos en la misma mitología (nereidas, la Medusa, gorgonas, etc. y que se acentúan en la transmisión y generación de nuevo conocimiento y que se asimila por las propias mujeres científicas. La falta de confianza, de visibilidad y de autovaloración que se genera en las mujeres, tanto en el nivel social como en el científico, está cimentada en tres pilares: culturales, sociales y de comunicación. ¿Cómo superar la pared de cristal de la visibilidad? Se han dado grandes pasos, pero quedan grandes zancadas. La manifestación de una cultura social en la que se cuide la visibilidad femenina, tiene que adoptarse en los puntos que más impacto tienen que son los medios de comunicación: escritos, orales, informáticos, en redes sociales, etc. Ello no excluye la decidida voluntad de hombres y mujeres de equilibrar la balanza de la visibilidad femenina.

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