Diario de León
Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Toda vida es un viaje, el único viaje que importa hacer con los ojos bien abiertos y libreta de anotar ( más vale una palabra que mil fotos) porque su estación-término nunca es la que nos habíamos prometido o imaginado (tampoco las del medio)... y aquí es donde la libreta y las anotaciones, si las hicimos y no vagueamos, se convierten en la mejor guía del mundo o en una insuperable novela viajera que permitirá a otros poder seguir esa ruta, esos pasos... o evitarlos.

Y lo que llamamos viajes son sólo una vuelta, un tour (y touriste es quien los hace), un voltio por ahí o por allá que al final siempre acaba en casa, en nosotros mismos. Qué raro, ningún viaje de los cuantísimos que hacemos a lugares nombrados, exóticos o sorprendentes logra descubrirnos una estación-término que nos tiente a dar un golpe de timón a nuestro destino... ¡ah, la casina de uno!... y volvemos, presos de patas, a nuestro barrio, lugar o rutina, así que «en casa» hacemos mayormente ese único viaje interesante, la vida... y como esa vida suele hacérsenos por lo general aburrida, pagamos a otros para que nos organicen alguna excursión, un tour... o nos cuenten sus viajes y exageraciones con cámaras y literaturas de bolsillo... y en el peor de los casos, a falta de millas o postales, siempre nos quedará encender esa tele que convierte nuestro sofá en una mágica alfombra voladora con azafata que nos trae bollitos o cervezas (anda, rico, levántate tú).

Nunca se viajó tanto ni hubo tanto libro viajero en librerías, kioscos y estaciones... ¿quién iba a decirle a Sofía la de Valdeteja que un día conocería Reikiavik?... ¡viva el Club de los 60! ... ah, y en Semana Santa, Estambul, cuidadín, así que ya se compró una guía (toda guía es un refrito de otras guías, lo mismo que «todo libro es el resumen de otros libros»), pero ni encontrará al turco que pintó Antonio Gala ni vivirá su propio viaje, como quizá tampoco lo vivieron quienes se lo cuentan con mucha foto y couché. Sin embargo, Colás, también de Valdeteja. ciñe sus viajes al radio de sus andares y sus botas. Su lema es Caminar y ver, vivir y aprender. Y piensa como Tolstoi: Pinta tu aldea y pintarás el mundo ... así viaja.

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