Diario de León
Publicado por
maría j. muñiz
León

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La autoridad económica y fiscal se pone continuamente manos a la obra en la persecución del fraude. La economía sumergida, que siempre fue uno de los negocios más boyantes al otro lado de la ley, parece haberse disparado al amparo de la crisis. Eh ahí pues un buen charco en el que meterse de patas. Los equipos gubernamentales exponen con periodicidad matemática la equipación deportiva de gafas, aletas y respiradores con los que escudriñarán los recovecos del sumergido (que no ahogado) escaqueo. Lo hacen cuando les deja tiempo la tramitación de la amnistía fiscal, es decir, el fraude gordo, de altura; pero de guante blanco. Tramitación que por otro lado ha gastado más tinta en los periódicos y redacciones que en los folletos burocráticos, dado el escuálido botín de anmistiados por defraudar a lo grande a la cosa pública que ha logrado la magnanimidad del Gobierno con las pudientes y defraudadoras fortunas.

A pie de calle, la economía sumergida está tan escondida como las putas frente al Palacio de los Deportes. Hay que mirar muy para otro lado para no verlas. Eso sí, si convenimos que el fraude a perseguir está en las damas sin frío que desafían la sucesión de ciclogénesis en minishort y en los ñapas para todo que perturban las tarifas de los implacables servicios técnicos oficiales, la cosa está clara y no se necesitan gafas sin vaho ni sofisticadas equipaciones de snorkel para pescar defraudadores.

La cuestión es: ¿alguna vez se pondrá en marcha una campaña persecutoria que eleve sus miras más allá del chapu de turno? Mira que no hay mercado para la inspección, por más achuchada que esté de recortes de personal y salarios. (Los demás no, nos venimos arriba por amor al arte, no te digo...).

Perseguir el fraude apiolando a ñapas desempleados o devolver la moralidad (fiscal, y de la otra) a esta sociedad cubriendo las lozanías de las lumis es un enorme ejercicio de hipocresía. Administrativamente, no es más que matar moscas a cañonazos.

En realidad un cacho bien gordo del «mejor sin IVA, y así salimos ganando los dos», está en el etéreo globo de los «profesionales». Abogados, médicos, asesores,... Servicios de todo tipo que salvo honrosas excepciones cuentan una pa’Hacienda, otra pa’mi.

No es culpa (sólo) suya. Quien esté libre de pecado de colaboración y encubrimiento que tire la primera piedra. Yo, prisionera de una nómina que soy, por lo que a mi me toca no puedo. ¿A quién queremos entonces pedir cuentas?

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