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Publicado por
CHARO ZARZALEJOS
León

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L a infanta Cristina comparecerá esta mañana ante el juez Ruz. La renuncia a cualquier recurso ha sido una decisión institucional que no jurídica. Se pretende afrontar lo más rápidamente posible una situación que objetivamente daña a la Corona y que en el terreno estrictamente personal y familiar está suponiendo un desgaste fácil de imaginar. Lo sustancial, lo exigible es que la Justicia imparta justicia. Esto es lo importante. Lo demás son añadidos y el añadido más sonoro está siendo el debate y especulaciones en torno a la forma en la que la Infanta hará su entrada en los juzgados. La Policía aconseja pero la última palabra la tiene la afectada de manera que será en el último momento cuando se sepa como realizará el denominado «paseíllo», si a pie o en coche.

Quienes critican el que lo haga en coche afirmando que todos los ciudadanos así lo hacen se olvidan de que no todos los ciudadanos son objeto de escarnio, ni de insultos. Es verdad que la fama, el conocimiento público tiene su cara y su cruz pero más que reivindicar que la Infanta baje la famosa cuesta a pie lo que habría que reiterar una y mil veces es que nadie, absolutamente nadie se merece ni tiene por que padecer castigos que no sean los provenientes de las sentencias que en cada caso dicte la Justicia.

El enfado ciudadano con flagrantes casos de corrupción, y las malas gestiones que han causado daños irreparables en muchos españoles explican el desafecto hacia las instituciones, pero nada más peligroso que dar rienda suelta, sin control alguno, a la ira de la gente. Y es que en España estamos, están, dando por buenos esos desahogos que llevan a que algunos imputados sean culpables antes de ser sentenciados, a que personas insulten a políticos mientras se toman una copa o van al supermercado con su familia, que se zarandee e insulte a las puertas de los juzgados y esto no es admisible para nadie. Para la infanta Cristina, tampoco.

Como periodista nada me gustaría más que asistir en vivo y en directo a su declaración pero creo que no me pegaría con nadie por verla entrar a pie. El morbo, hay que ser sinceros, se ha adueñado de la presencia de la Infanta Cristina en Palma y es llamativo, muy llamativo que entre los críticos a su bajada en coche se encuentren muchos diputados que son los únicos aforados de España. Los únicos, así como cargos públicos, que pueden declarar por escrito, alejados del enfado popular.

El día que quienes hoy critican que la infanta baje en coche y no a pie acudan al Congreso proponiendo el fin del aforamiento, entonces podrán hablar con una autoridad que hoy no tienen. Ellos, los aforados, son los primeros en no ser iguales ante la ley y deberían ser los últimos en reclamar esa igualdad a la que ellos escapan. Ni la infanta y ni siquiera el príncipe tienen derecho a declarar por escrito. ¿Es la Justicia más justa si la infanta Cristina escucha insultos hacia su persona? Todavía, es obvio, no somos un país serio.

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