Diario de León
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León

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Imagino a los guardias civiles en la playa del Tarajal obligados a cumplir con su deber de aplicar el «rechazo en frontera» de los inmigrantes ilegales con los medios a su alcance. Es la misión encomendada mientras un numeroso grupo de personas se acerca nadando al territorio español. Los medios son los que son. No son otros. No hay alambrada de espino plantada en el mar, ni unas patrulleras policiales marcando la línea fronteriza del agua de guardia permanente, ni una barrera de tiburones adiestrados. Nada de eso, que además sería carísimo.

Los guardias sólo disponen de consabidos medios antidisturbios: pelotas de goma y balas de fogueo, en este caso. Si no tiran a dar, aumenta la población de inmigrantes ilegales en España, o miran hacia otro lado, como si no los estuvieran viendo llegar. Luego, todos a los centros de internamiento. Pero si tiran a dar, la cosa puede acabar en tragedia. Podían haberlos dejado pasar y luego proceder a la «devolución en caliente» (incierta figura debida a la complicidad marroquí) o, en el mejor de los casos, a la apertura de enésimos y premiosos expedientes de expulsión, haciendo saber que la hospitalaria Guardia Civil no impedirá las próximas avalanchas.

La alternativa era usar los medios a su alcance. Es lo que se hizo, con el resultado conocido por todos. No era el previsto pero, a balón pasado, desde el confortable despacho de un político o el ordenador de un periodista, lo valoramos como si los guardias civiles y quien los manda, incluidos los que mandan a quienes los mandan, hubieran planeado la muerte de estos quince infelices. Repugnante insinuación larvada en algunos de los argumentos que estamos escuchando en el contexto de la politización de la tragedia de Ceuta. El PSOE responsabiliza al Gobierno de los 15 muertos, a mi juicio de una forma imprudente tratándose de un asunto de Estado. Con los papeles cambiados hubiera sido exactamente igual. Y eso es lo lamentable.

Son los socialistas los que ahora desde la oposición aprovechan la tragedia de forma demagógica, por mucho que, efectivamente, haya sido nefasta la gestión oficial del asunto. Pero eso no justifica la politización que se ve en las reacciones de los dirigentes socialistas. Ahora reclaman las grabaciones íntegras de la tragedia de El Tarajal.

Sobra esta banalización de una tragedia que le ha costado la vida a quince seres humanos, porque no entiendo a dónde puede llevar la retórica curiosidad por saber quién dio la «orden de mentir».

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