Cerrar
León

Creado:

Actualizado:

Por un registro se sabe que un desempleado entre los casi cincuenta mil que penan por esta tierra logró un puesto de trabajo al día el último mes; según otra anotación, dos jóvenes ingresan cada día en urgencias después de ponerse como piojos, empujados por una situación personal o laboral que dista varios kilómetros del umbral de la felicidad. La lectura más positiva que se puede aplicar una vez que se cruzan los datos de estas dos exploraciones es que se va al doble de velocidad hacia el abismo del alcoholismo que rumbo al pleno empleo, una recurso que no hace tanto se llevaba a los titulares gordos de los periódicos que son faro entre la ignorancia. Mala suerte que el último mes se quedara en 28 días; con treinta puestas de sol, dos jóvenes más se habrían ahorrado la sensación de enjuagar la amargura de no tener nada que hacer —vacío inmenso y angustioso— mientras miran el futuro y las estrellas a través del culo de una botella, que desde luego no ofrece el prisma más risueño del entorno. Por alguna cuestión ajena al raciocinio, los que recrean otra visión del índice de dicha que no sea el que deja una mirada furtiva por el agujero de la cerradura de la estadística estacional olvidan que los números vienen con reverso. Pueden legislar ahora sobre el mejor febrero del lustro, del siglo, el mejor febrero desde que Tejero dejó la cúpula del Congreso como la capilla Sixtina, si quieren, pero quedan manchas sobre blanco que no llega a limpiar la lejía. Sin abandonarse al análisis apocalíptico que contagia a cualquiera que se despierte cada mañana en León con una dosis esencial de sensibilidad (por ejemplo, hoy hay 2.200 cotizantes menos a la Seguridad Social que hace un año) con este ritmo de ataque a la falta de perspectivas laborales se tardarán 40 años en devolver a la sociedad a los niveles de desempleo en los que la dejó Zapatero. Cuando el político se vea seco de ideas, puede leer y escuchar los consejos de Isabel Cantón en su lucha contra la discriminación a las mujeres, que la sociedad hace invisibles.

En el caso de que se decante por soluciones menos prosaicas, que resuelva la equis: si doce años de esclavitud se premian con un oscar, a ver qué distinción equivale a 30 años en el cuarto oscuro. No se atisba mejora; porque la clase obrera subsiste sin obra; porque la clase media vive sin medios. Porque la clase política no tiene clase.