Diario de León
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León

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Estamos «colgados de ayer», expresión que aprendí en mi Buenos Aires querido, que ya no volveré a ver. Mis congéneres de mostrador le llamaban así a la resaca, que en su primera acepción es ese movimiento del oleaje que aspira a llevarnos hacia el horizonte, arrepentido de habernos traido tan lejos y pasarnos de la raya. En otra de sus acepciones le llamamos resaca al malestar matutino que suelen padecer quienes han bebido en exceso, pero no detalan cuál es el exceso, ni sus límites. Hay quien siendo acusado de beber «un poquito demasiado» se defendió diciendo que un poquito demasiado para él era lo suficiente. Hay que ser comprensivos incluso para las cosas que no se acaban de entender. Ahora están regresando muchas y hacen un ruido no menos estruendoso que inoportuno. Se quieren ajustar las cuentas al pasado, sin haber pagado las del presente. Incluso la mal llamada IU, que intenta agrupar lo diverso, admite que el fraude de la gestión de fondos de formación para el empleo «apesta», pero rechaza que se investigue. Los balances del pasado no caducan jamás y se confirma la demoniaca lucidez del gran Luis Cernuda, que nos dejó dicho que «no hay olvido».

Lo malo de seguir mirando hacia atrás no es convertirse en una estatua de sal, si no contraer una tortícolis crónica. Somos «un fue, un será y un es cansado», pero no somos incapaces de mirar hacia adelante. Seguiremos tropezando con las piedras hereditarias que otros esparcieron por el camino. Los exploradores retrospectivos están dificultando la visión de los serviolas, tanto en el mar como en la tierra. Así nos va. Los inmigrantes adinerados venden sus hígados para conseguir un transplante y los bancos envían a las sucursales inspectores de incognito, disfrazados de clientes, para detectar irregularidades en lo que llaman «comercialización de productos financieros». Todo se debió hacer a su tiempo. Dejar las cosas para más tarde es malo, pero es peor acomularlas y exhibirlas todas juntas. Hay ya tres generaciones inocentes del desastre que supuso la atroz guerra civil. La resaca no deben sufrirla. No tenemos sed de venganza.

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