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Publicado por
ernesto escapa
León

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Un cascarón convencional esconde la mayor de las iglesias del siglo X que han llegado hasta nosotros. Sólo Escalada y Peñalba muestran afuera una parte de sus atractivos. Son templos mestizos que en su interior despliegan todo el encanto de la mozarabía. A veces, el alarde es con arcos o palmeras, mientras otras decoran sus muros con frescos o albergan minúsculas mezquitillas que simbolizan el nido del justo y pasan inadvertidas. Pertenecen a la época de repoblación y por eso mezclan estilos y funden tradiciones arquitectónicas separadas por quinientos años y una distancia aún mayor en su concepción teológica: la basílica cristiana y la mezquita islámica. Esta semana, después de no sé cuántos enredos y zancadillas, el Congreso de los Diputados aprobó la propuesta de su declaración como Patrimonio Europeo, que es la tercera división de este tipo de distinciones.

Suponiendo que el entretenimiento de sus señorías (propusieron en el mismo lote los bordados lorquinos para Patrimonio de la Humanidad) culmine en algo, habrá que seguir insistiendo hasta lograr que nuestro exclusivo arte altomedieval tenga reconocimiento y vitola de universalidad. Y ya de paso, cuidar que no se lo quiten a Las Médulas, por tolerar el laboreo clandestino con dinamita en las canteras de su entorno. Porque supongo que en El Bierzo, a pesar de los recortes, seguirá habiendo fiscales y guardia civil. Estas joyas singulares del arte español tienen un vínculo muy estrecho con la arquitectura visigótica y concentran, para su desgracia, en territorio leonés la mejor expresión de su embrujo: de Escalada a San Cebrián de Mazote, de Peñalba al barrio ollero de Ponferrada, de la desembocadura del Esla (San Pedro de la Nave), al valle del Pisuerga (San Juan de Baños). Con ejemplos notables en Burgos, Cantabria, Soria, La Rioja, Toledo, Orense y Braga.

Este conjunto singular de arte medieval es el único que sigue sin la distinción de Patrimonio de la Humanidad, una vez que el prerrománico asturiano, el mudéjar aragonés y el románico catalán obtuvieran el respaldo, mientras resuenan con estrépito los recientes y penúltimos fracasos de candidaturas que nos conciernen. Ni las vidrieras leonesas ni el románico palentino ni los gaudís de aquí tienen la singularidad que cotiza en aquella lonja. En cambio, resulta chocante que nadie haya promovido la candidatura de las arquitecturas visigótica o mozárabe que enjoyan algunos de nuestros rincones más hermosos. ¿Por qué será? ¿Otra penalización por su ruralidad y dispersión territorial? La galería de Escalada, el doble arco de Peñalba, el boscaje columnario de Mazote o la palmera de Berlanga que despliega la policromía del Edén son iconos de nuestro patrimonio universal. Pónganse a la labor.

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