Diario de León
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PEDRO VICENTE
León

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Qué ha sido del rosario de conflictos, tensiones y roces que a lo largo de los dos últimos años ha mantenido la Junta de Castilla y León con el gobierno de Mariano Rajoy? ¿Y de las continuas polémicas y trifulcas protagonizadas por los dos bandos constituidos alrededor de la bicefalia que se disputa el liderazgo del PSOE en esta comunidad?

A juzgar por la falta de noticias en ambos frentes, se diría que los problemas de unos y otros se han solucionado por ensalmo. Y no es así, simplemente ocurre que tanto el PP como el PSOE han decidido ponerles sordina temporal hasta después de las elecciones europeas. Por insalvables que sean las diferencias, y agrias las relaciones internas, en los partidos todos son conscientes de que con las cosas de comer no se juega y de que, llegada la cita con las urnas, toca apretar filas y sacar los codos exclusivamente para agredir al contrario. Esa y no otra es la razón por la que ha desaparecido del primer plano cualquier conflicto interno que proyecte imagen de división.

Sin embargo, mientras la Junta trata por su cuenta de minimizar los daños de la reforma local de Montoro, los contenciosos pendientes entre el gobierno autonómico y el de Rajoy siguen donde estaban. Únicamente ocurre que ambas partes han decidido no echar más leña al fuego. Montoro, por ejemplo, ha metido en un cajón tanto las «balanzas fiscales», como sus sucedáneos, las llamadas «cuentas públicas regionalizadas», con el fin de enfriar el cabreo de Castilla y León y de otras comunidades ante el enfoque que se pretende dar al nuevo modelo de financiación autonómica.

Sobre el carbón, el ministro Soria ha abierto un poco la mano, pero solo lo justo para aplacar los ánimos —pan para hoy y hambre para mañana— y que no se desplome antes de lo previsto un sector con fecha de caducidad. Arias Cañete sigue sin aflojar la pasta de los Fondos de Desarrollo Rural y no piensa modificar una coma su norma sobre el etiquetado del ibérico. La Junta mantiene su impugnación al copago farmacéutico hospitalario, aunque en la práctica ello resulte intrascendente, ya que la medida es tan absurda que está siendo olímpicamente ignorada por todas y cada una de las comunidades. Y hasta el traslado de nuevos fondos desde el Archivo de Salamanca, algo por lo que en el pasado se organizó la mundial, se reproduce ahora prácticamente sin ningún ruido.

La misma sordina electoral ha aplicado el PSOE a las hostilidades internas desatadas entre los afines a Julio Villarrubia y los leales a Óscar López. Ambos han convenido un armisticio justo hasta el 25 de mayo. Hasta esa fecha todos sus ataques quedan reservados al PP. Al día siguiente reanudarán su confrontación ante la batalla a librar en las primarias municipales y autonómicas previstas en otoño. Una vez más, la política partidaria y de corto alcance por encima de todo.

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