Diario de León

CUERPO A TIERRA

La casa de los peces

Publicado por
ANTONIO MANILLA
León

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Alguien dijo que es mejor un mal día de pesca que un buen día de trabajo. Al parecer, esta ingeniosa máxima se pronunció mucho antes de la decadencia de nuestros ríos, por lo que tenemos constancia de que no se estaba refiriendo a un bolo en el Omaña. No quiero exagerar ni en broma sobre el estado para algunos terminal de nuestros cauces, pero es una triste evidencia el lento declive de las poblaciones trucheras híbridas que habitan en ellos. No hay muestreo más veraz que el de miles de cañas temporada tras temporada. No todas se disculpan.

Algo están tratando de hacer desde la administración autonómica, porque cada año cambian la normativa de pesca, pero esto únicamente alimenta la idea de que se están dando palos de ciego. Las declaraciones de Silván, el consejero que se ocupa del ramo, no pueden ser más vagas y evasivas siempre que le preguntan sobre el tema. Últimamente, además, existe la sospecha de que se avanza hacia una especie de privatización de los ríos. Una privatización de lo público cuyo rasero es lo económico: quien pueda o quiera pagar, llenará el morral. Muchos tenemos la sensación de que están olvidando lo principal.

Las aguas y su entorno son algo vivo. El uso mercantil de los cursos públicos para la generación de electricidad, riego o deportes de piragua, parece controlado. Cormoranes, especies invasoras, algas, vertidos fecales, cambios súbitos de caudales regulados y otras desgracias que completan el sopicaldo en el que tienen que vivir nuestras truchas, se están revelando como ingobernables para nuestros gobernantes. Y es que lo que no es un uso al uso, como la pesca, porque las aguas son «renovables» pero se está viendo que lo que vive en ellas no tanto, tendría que tener un tratamiento específico. Sin embargo, se está soslayando o minorizando sistemáticamente. Porque se regula la actividad comercial y turística, bien o mal, pero los ríos, además de ser un flujo de líquido, son lo que unos buenos compañeros de pesca han bautizado como la casa de los peces. Si esta se echa a perder, desaparecerá la pesca.

Otra máxima pescadora dice: «Un hombre tiene que creer en algo, así que creo que me iré a pescar». La pesca, en León, es mucho más que sacar peces. Esperemos que no acabe por convertirse en aquello a lo que parece estar abocada: cualquier cosa menos sacar peces.

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