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Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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La provincia de León parece que solo va a tener un futuro: convertirse en un reino del pasado para disfrute de gentes de otras tierras, más ancladas en el presente. Para personas de otras ciudades, otras regiones, otros países. Allí donde el pretérito tiene su papel, sin duda, pero donde no es tan definidor.

El Ministerio de Fomento ha propuesto que la estación del tren de la capital sea un plató para el cine. Un lugar ideal para rodar películas ambientadas en los años del franquismo, pongamos. Con sus emigrantes tristes, con las consabidas maletas de cartón y los zapatos también de cartón. Y toda la provincia de cartón piedra. Todos los leoneses figurantes de películas que vendrán a rodar directores y artistas lejanos, iluminadores y escenógrafos que un día dejarán la ciudad para no volver nunca. Salvo que les contraten para hacer otra película con trenes rigurosamente desvencijados.

Se ha ido hundiendo un mundo fabril acaso periclitado, pero no se ha sustituido por nada sólido por lo que vamos viendo. Solo por empeños más bien endebles, unos más entusiastas que otros, pero todos amenazados de desaparición en cualquier momento, o de jibarización por razones de mercado. O de desidia. O de impotencia.

Si uno piensa en el viejo tejido industrial que conoció de niño se sorprende al ver que apenas se ha añadido nada en medio siglo. Las grandes empresas mineras o bien han desaparecido o bien languidecen. Tanto el conglomerado terminal de los cotos de Victorino Alonso como la Hullera Vasco Leonesa. Resisten, reaparecen, vuelven a caer en el optimismo, repuntan un poco… Pero a la postre reducen siempre empleo, protagonismo y esperanza. Porque la esperanza ya no forma parte de la vida industrial leonesa, que también está abocada a ser otro parque temático. Escenografías melancólicas para que jubilados del Mediterráneo o de Madrid recorran sus mortuorias atmósferas férricas, sus ruinas mudas.

No ha habido relevo; y sin fuelle industrial la provincia está condenada a una lenta despoblación que ya dura medio siglo. Y aunque es cierto que hay contraataques en el sector terciario y hay alguna que otra buena noticia agraria o ganadera, se trata de ámbitos económicos que, aun imprescindibles y valiosos, no pueden detener la destrucción demográfica. No pueden frenar la huida de los jóvenes ni la resignación de los que no pueden o no se atreven a emprender la difícil aventura de la emigración.

Ahora bien, con todo y con eso, en los últimos días diferentes iniciativas ciudadanas, con el respaldo de políticos y sindicatos, están removiendo conciencias, están reivindicando un futuro más acorde con lo que esta provincia merece. La defensa del tren es un primer paso, pero hay que mantener el esfuerzo y la mirada. León es un maravilloso reino lírico y literario, pero también tiene que ser un territorio activo, reconocido y moderno.