MARINERO DE RÍO
Preguntas
El derecho a decidir está de moda y hay que practicarlo con juego de cintura y remango de camisa, o luciendo americana chachi, todo con un aire muy casual y muy hipster : el otro día los diputados catalanes entraron en el Congreso entre amplias sonrisas, como diciendo ‘dientes, dientes, que eso es lo que les jode’. Porque estar a favor del derecho a decidir, así, en genérico —la consigna es un gran invento, cuanto más vacía, mayor es su atractivo—, se ha convertido en una cosa moderna y sensual comandada por gente que busca esa acción tan lúbrica que es transicionar , orgía comunitaria, venga a meter cosas en ranuras y a dar altas voces, y quieren su propio Tierno y su propia Movida, aunque a alguno se le haya pasado el arroz de largo. Es importante darle al asunto un toque sexy porque, si no, se corre el riesgo de que al preguntarle a la vecina, ésta responda: «Ah, no, yo me quedo con mi detergente de siempre».
Pues sí, hay que estar a favor del derecho a decidir, y por eso yo quisiera que me hubieran preguntado en muy diversas ocasiones: por ejemplo, diría sí a que, desde el minuto uno de emisión, todas las televisiones autonómicas pudiesen verse en el Estado entero (en su calidad de públicas), y así se fuera haciendo visible y palpable ante todos su carácter multilingüe y multicultural (pero claro, se sacaba más remolacha cultivando guetos y lobbies empresarial-cultural-políticos). Hubiera dicho sí a un sistema educativo que impartiera los rudimentos (al menos, los básicos) de todas las lenguas oficiales, y su poesía y su canto, y avivara un amor compartido hacia éstas; diría sí a fomentar la complicidad y la curiosidad y el respeto por el otro. Sí y sí.
Pero como nadie nos ha preguntado por esto ni lo han puesto en práctica, unos prefirieron atrincherarse en su intereses y otros en sus cerrazones. Y en ese echarse la culpa van atizando ejércitos ingobernables que adivinan enemigos por doquier. ¿Estarías dispuesto a defender tu tierra con las armas?, fue la pregunta que le hice a un catalán. Dudó. Esa duda me pareció aterradora.
Esa duda no me pareció nada sexy.