TRIBUNA
María del Dulce Nombre, Virgen del Camino
Cuando las vivencias te inundan la mente, cuando dejas volar la memoria hasta los tiempos gratificantes que pretendes recordar, se asoman a tu retentiva multitud de experiencias vividas en años pretéritos.
Solo me hace falta mirar varios años atrás —aproximadamente veintitrés—, para darme cuenta de lo rápido que pasan nuestras vidas, especialmente cuando de algo positivo se trata.
Recuerdo perfectamente, desde el cargo de secretario de la Junta Mayor que desempeñaba desde 1990, los primeros pasos de la Cofradía María del Dulce Nombre, a sus fundadoras, jóvenes inquietas, que con un espíritu de renovación de la Semana Santa leonesa, plantearon un importante reto al Obispado, al solicitar la fundación de una cofradía penitencial formada únicamente por mujeres.
Evidentemente fue un órdago importante, no sólo a la autoridad eclesiástica, sino a la sociedad leonesa, pues era una ruptura con todo lo anterior, dentro de la Semana Santa, dominada por cofradías únicamente de hombres o en el caso de las mixtas, la mujer solamente tenía un papel meramente secundario.
La cofradía tuvo aprobados sus estatutos, con la firma del obispo Vilaplana, el 11 de mayo de 1991. Un sueño logrado, amparado fundamentalmente, por dos aspectos incuestionables: el primero, basado en que el Derecho Canónico aprobado en 1983 equiparaba las obligaciones y derechos de todos los miembros, hombres y mujeres, en las asociaciones de fieles —públicas o privadas—, donde estaban englobadas todas las cofradías y hermandades. Es decir, que las mujeres podían integrarse de forma igualitaria en estas antiquísimas instituciones y en todo caso, poder ocupar los mismos puestos que dominaban los hombres y de la misma manera. Para mejor entendimiento, las mujeres podían vestir túnica, pujar «pasos» y podrían ocupar cargos de decisión dentro de los órganos de gobierno.
El segundo aspecto a valorar, consistió en que, amparadas por las anteriores aprobaciones de las dos cofradías predecesoras, la Redención y la Expiración y Silencio, formadas únicamente por hombres, este grupo de jóvenes leonesas, dieron un paso más, proponiendo este nuevo formato de hermandad compuesta exclisivamente por mujeres.
Y así, en la Semana Santa de 1992, después de la preceptiva integración en la Junta Mayor, y con un número que pasaba de las 300 hermanas, desde el histórico cenobio de las Carbajalas, empezó a escribir la historia de esta singular cofradía, cuyas féminas, muchas de ellas, habían vivido en sus familias el sentir semanasantero a través de sus abuelos, padres, hermanos e incluso hijos, pudiendo mostrar al pueblo de León, el auténtico sentir penitencial de la mujer leonesa.
Y a mayor gloria del Señor, tuvieron la clarividencia de tomar como titular de la congregación a la santísima Virgen del Camino, excelsa Patrona de la de Región Leonesa, cuyo nombramiento por la Santa Sede, cumple en el presente año su primer centenario, y a la que han unido su destino para siempre, haciendo acto de presencia en todas las celebraciones de nuestra patrona, como lo ha sido en las bajadas de la Virgen del Camino a la capital, en los años 2003 y 2005 y también en su salida extraordinaria a la comarca de La Sobarriba, en 2013, a petición de los dos Ayuntamientos del Voto, Valdefresno y Villaturiel, así como la celebración anual de la Aparición de la Virgen del Camino, en el domingo más próximo al 2 de julio.
Quiero recordar con un fuerte abrazo a todas las abadesas que han tenido el orgullo de servir a esta penitencial femenina, para las que únicamente tengo muestras de gratitud, pero especialmente para la actual abadesa, Inés, a la que conozco desde niña, hija de un gran papón leonés, que siempre le hizo vivir intensamente la semana santa y que ha coincidido en abadía, pues él lo es de la Cofradía del Cristo de Afuera, ubicadas ambas en la histórica parroquia de San Martín, bajo la dirección espiritual de su párroco don Manuel Flaker, de reciente nombramiento.
Y a todas las hermanas, entre las que tengo varias familiares y amigas, también un beso de agradecimiento por hacer sentir a este, nuestro León, la pasión y la fuerza de la mujer leonesa, plasmada en vuestra espectacular procesión: María al pie de la Cruz, Camino de la Esperanza, que todos los Juves Santos inanda las calles y plazas de esta ciudad imperial y urbe regia.