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Publicado por
MIGUEL Á. VARELA
León

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Querías quitarle a abril esa crueldad con la que lo marcó Eliot. Sabes que el mes «engendra lilas de la tierra muerta, mezcla recuerdos y anhelos, despierta inertes raíces con lluvias primaverales». Pero estás juguetón y necesitas salirte de los caminos más trillados. Juegas entonces al «si yo fuera».

Si yo fuera el responsable de la Ciuden, el 23 de abril hubiera aprovechado el día vacacional «extra» que nos regala la comunidad para el «dolce far niente». Después de ver en un rincón de los periódicos la paupérrima respuesta ciudadana a la convocatoria en defensa del proyecto, despejaría cualquier duda sobre las dificultades para aplicar los planes diseñados en algún despacho ministerial para un plan sobre el que han volado demasiadas dudas desde su nacimiento pero al que hoy nos agarramos como el único tablón que aún flota en el desolado océano económico de la comarca.

El Gobierno de Rajoy hará con esta iniciativa lo que le dé la gana: la cerrará, la cambiará, la minusvalorará o la convertirá en una ONG de apoyo contra la violencia policial a las ex-presidentas de comunidad autónoma. Y lo hará con la autoridad que le confieren los votos, la transparencia que caracteriza su gestión y el convencimiento de que, haga lo que haga, nadie va a quejarse.

Si yo fuera el cabecilla de alguna de las organizaciones convocantes de la manifestación del martes, estaría inmerso en un proceso de autocrítica que ríase usted de las de la revolución cultural de Mao. Si más de una decena de estructuras (entre las que se cuentan sindicatos y partidos políticos mayoritarios, organizaciones representativas, al menos nominalmente, de los vecinos del municipio y grupos que se presentan como la renovación del caduco sistema imperante) no son capaces de convocar más que a apenas un par de centenares de manifestantes, alguien tiene un serio problema y no hace falta que venga aquel detective del chiste de Gila a resolver el caso.

Aunque, teniendo en cuenta que no se ha conocido ninguna dimisión entre los convocantes, mejor que con el investigador de Gila habría que contar con el detective Sam Grunion, que interpretaba Groucho Marx en la última película de los alocados hermanos. «Mi lema es la discreción: conmigo nunca se sabe», decía el inolvidable showman en el arranque del filme.

Si yo fuera un ciudadano concienciado y responsable, inquieto ante la imparable deriva declinante de esta Comarca Circular, estaría seriamente preocupado por la brecha cada día más honda que se abre entre los sufridos electores y su clase dirigente. Pero sabemos que abril es el mes más cruel y que a muchos ya no les queda ni capacidad para inquietarse. Y que a los de Albacete nos gusta jugar al «si yo fuera».

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