Diario de León
León

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Ahora que salvo el Real de Madrid de Trapattoni todo se desmorona a nuestro alrededor es difícil encontrar un motivo para sacarse la camiseta y correr la banda, si no eres el latifundista de Palencia que grita gol al enterarse de que Rajoy le hizo caso y subió a los altares a otra de Valladolid. A ver quién es el bonito que argumenta contra la evidencia que a León no le salen rentables los votos. Cómo estará el resto para que el sector que levanta cabeza acumule una pérdida media de 300 parroquianos al año, agotados por el desgaste de la deuda, la producción bajo costes, las epidemias de las campañas de saneamiento y la propaganda de la Junta, que insiste sin cesar en los fogonazos institucionales del masaje con final feliz. El progreso agropecuario en la provincia no aguanta un titular; debió de ser un chasquido, un momento, un ay, un chispún que espanta a los pardales, el cambio de ciclo que cacarea la central lechera y que hasta el momento no pasó de que en jueves santo se produjo la primera subida de venta en kiosko desde el gol de Iniesta. Creyeron que era el maná ese olor del guiso de los feder. Se echaron sobre el campo los marchantes de cuadros que supuran el jugo de la intelectualidad y por su apego al trabajo las pasan más putas que observadores de la Osce en el este de Ucrania. No deja de ser un espectáculo ver a charlatanes que se creyeron clones de Ansón y se pusieron a los pies del alcalde para cenar caliente dar hoy conferencias sobre el mercado común y la elaboración del queso, mientras dirigen una tertulia con el perfil de la silueta de Sinué. Aquella idea de la Diputación que puso en órbita al agro leonés en los años 90 murió colgada en estanterías del salón del gourmet entre los corazones amarillos que inspira la llanura castellana. La medida chirría entre los principios activos del marketing. Allá cuentas. Descanse en paz. Los hijos predilectos de Coyanza expenden los certificados de defunción. Entre lo que hoza Valín y la cecina castellana que deglutió el ministro de los terratenientes se hizo el resto; para la sustituta que colocó el lobby del fertilizante quedarán las raspas de ese tramo económico tan próspero en bajas en la seguridad social y en solicitudes fraudulentas de la PAC. No lo reanima ni el nitrato amónico, que desde ahora se va a legislar como la tarifa eléctrica. Por si no tenía ya bastantes dolores de cabeza el PP leonés con desfacer los entuertos de Soria y de Pastor, de Silván y Villanueva.

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