Diario de León
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camino gallego
León

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La manifestación del sábado ha dejado claro muchas cosas. Que no por sabidas son menos ciertas, aunque ahora se pueden constatar. El leonesismo, aquel sentimiento de los años ochenta, agoniza, está herido de muerte y, como siempre ocurre, han sido sus allegados quienes le llevan a la tumba.

La foto de la manifestación de hace 30 años denotaba que León estaba vivo y quería seguir viviendo y lo demostraba con la unión de todos. Los socialistas y otros partidos o personalidades se apuntaron entonces a la manifestación para subirse al carro. Aquello era lo que quería la gente y ellos no se iban a quedar atrás. Pero el tiempo puso a cada uno en su sitio y se demostró que después de utilizar el sentimiento lo abandonaron cuando creyeron que era más una rémora que un impulso.

Y, una vez más, como tantas a lo largo de la historia, los leoneses empezamos a ver lo que nos separaba, olvidándonos de lo que nos unía. Y así se fue debilitando el partido que había aglutinado el sentimiento leonesista, porque sus líderes miraron más por sus propios intereses que por el común. Si la unión hace la fuerza, la desunión crea la debilidad. Y ahora nos encontramos débiles, famélicos y diezmados.

Los 46.800 de entonces se han quedado reducidos a menos del cinco por ciento en sólo 30 años. Dentro de otros tantos, nadie se acordará de que 60 años antes en León hubo un sentimiento común que nos ilusionó y nos hizo luchar por esa idea. El tiempo fue borrando ideales, mientras los líderes se apuntaban a carros que no eran suyos y de los que terminaron bajando o cayendo.

Las autonomías uniprovinciales que se crearon en España han mejorado sus niveles de vida en estos años, ninguna ha perdido población. La provincia de León a principios de los años ochenta tenía más de 600.000 habitantes y Valladolid no llegaba al medio millón. Treinta años después se han invertido las tornas. León se despuebla y casi el conjunto de la autonomía, con las excepciones de Valladolid y Burgos, que han visto mejorar notablemente su población y su calidad de vida, al ser los polos de atracción de la comunidad.

No puede darse marcha atrás y nunca sabremos cómo nos hubiera ido con León solo. Pero la autonomía de Castiga a León ha hecho su trabajo y sigue esperando porque sabe que el leonesismo es algo a extinguir.

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