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Fernando Santos Vicente. león
León

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Carta a Isabel

Desde donde estés habrás podido observar el lado oscuro de la condición humana, porque verdades claras, realidades tangibles, pocas. Tu accidentada e inesperada marcha ha desencadenado la puesta en escena de la vanidad, de las lágrimas empujadas por un convencimiento de escasa magnitud. Ni yo ni nadie tenemos derecho a emitir juicios de valor sobre tus determinaciones. Nadie duda que ejerciste el poder con puño de hierro, más que con mano, que siempre tiende mayormente a la blandura. Y ya sabes: «el tiempo quita y da razón y pone a personas y cosas en su sitio».

El socavón que dejas es difícil de taponar y, sinceramente, visto lo que veo, no me hago ilusiones, pues la medianía impera por doquier. Vendrá de arriba la decisión de futuro. La gaviota podrá volar atravesando la sierra de Guadarrama y hacer un alto en el Pisuerga para terminar posándose en el brocal del pozo del Palacio. Esperar venturas de los de aquí es pedir que escampe antes de producirse la tormenta, así que todo se andará. Sí siento de veras que mi ciudad ande de nuevo a rastras, y Pedro Mato sufra las consecuencias de la locura, de la avaricia, de la sinrazón. Antes por otra mujer, ahora por ti. Has dejado rescoldos que queman los pies; supongo, y quiero pensar, que también alguna satisfacción. Los malévolos harán de la marcha regocijo, pero cada cual es dueño de su conciencia. Andrés Mures Quintana. astorga

Yo no quiero

escribirte, Isabel

Yo no quiero escribirte Isabel. Yo nunca quisiera haberte escrito. Jamas hubiera pensado tener que escribirte. Escribirte es certificar una realidad que no asumo, que nadie asume. Es intentar asumir lo inasumible, interiorizar lo que un ser humano nunca aprende ni comprende. Es lagrimar con letras tu recuerdo, vivo e inalterable. Solo las personas de bien, las que se enfrentan a la verdad y se rebelan ante la injusticia son las que alcanzan a comprender el valor de la vida y del esfuerzo, las únicas que con el paso de los años son capaces de admitir que las cosas bien hechas merecen un reconocimiento. Y yo te brindo hoy ese reconocimiento. En público y en privado; en el sentimiento más profundo de que la verdad y el valor caracterizan a las personas de raza, las que dejan huella, las que merece la pena conocer y aprender. Y desgraciadamente esas personas, las que admiro, las que merecen una vida fructífera, son muchas veces las cercenadas por el destino fatal.

No hay derecho a que nadie cercene tu vitalidad, y tu aportación a la sociedad, al común y no al particular. Y te escribo en presente porque no asumo el pasado. Porque no lo voy a asumir; porque no se asumirlo.

Cuantas personas con el paso del tiempo se iran dando cuenta que la entrega y el sacrificio son valores que echaremos de menos, porquehacen liderar las sociedades y las personas, las hacen más libres. Isabel, no quiero seguir escribiéndote. Quiero dar marcha atrás al reloj, borrar las letras y las lagrimas, y decirte que ánimo y adelante. Tu amigo.

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