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León

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Es posible que León no haya vivido un episodio más próximo al europeísmo de salón que aquella vez que Zapatero se empeñó en meter Schröder en el Húmedo, y emplearon media jornada de la cumbre hispano germana —he ahí el nombre real de la vía de escape que tanto hambre mató en la provincia con la fuga de la década de los sesenta— en buscar codillo entre montones de tapas de cecina y morcilla. Qué ocasión se perdió aquel noviembre del primer año del triunfo para dejar arreglado el tinglado crediticio en la caja de haber sabido que, aquí, la burbuja no fue otra cosa más que fotos al peso de un grupo de delincuentes que asaltaron la diligencia de los votos en la primavera del 2007. El resto de referencias se envuelven con papel de fumar y asemejan a las relaciones con un tío lejano, solterón y podrido de dinero. Que hace falta un remendón para la herencia del abuelo, ahí está el tío con el fajo de billetes; tela para la carrera del primogénito que se demora con quinto de ingeniería, el tío extiende un cheque; un exceso en vacaciones, tío al rescate; un coche de lujo, la mosca del tío. Ahora, el tío cae moribundo y se paga a diez euros la hora de cariño mercenario que le asista en el lecho de las últimas voluntades. El pecunio viene del mismo sitio. Esa es toda la relación afectiva con la máquina que financia los vicios de políticos caprichosos y malcriados. Será porque un tercio de los cien millones que suelta en la PAC suponen fraude de ley, o porque la hacienda europea protege con más subvenciones a un osezno que a un niño, o porque aplica entre pobres la legislación de ricos y ofrece coartadas para frenar el desarrollo que sí permite, alienta y financia a ciento cincuenta kilómetros al sur. Aún hay gente que no sabe dónde estaba Europa cuando ahogaron Riaño ni entiende por qué tanto celo en la puerta de San Glorio; litigios morales que cronificó el tiempo. Si hay dos raseros en tan corto espacio, como para fiar el criterio a gente que invoca a Europa con el único interés de atrapar 7,900 euros al mes los próximos cinco años. Europa es una edición continua de esa fórmula política que aprovechan los vividores del yo invito y tu pagas. Europa es un mecenas sin rival. Lo que Europa ha enviado con acuse de recibo a la provincia leonesa se ajusta de sobra al enunciado de suficiente para asar una vaca. Y ni aún así, ni acorralados por el intelecto superior de los políticos, consiguen motivar ante las urnas. Dirá la gente que vayan ahora quienes se comieron el asado.

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