La opinión del lector
Carta crítica
Reducción del abandono escolar?, ¿Eficiencia económica? y ¿Reducción del paro juvenil? Estas son las tres preguntas básicas a las que, aparentemente, responde la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (Lomce) del ministro de Educación, José Ignacio Wert.
Pero la Lomce no es sólo lo que cuenta Wert en las ruedas de prensa. Detrás de la denominada «reducción del abandono escolar» lo que se busca es la expulsión del sistema educativo de una parte de la población escolar que ha sido incluida en los últimos años mediante la creación de itinerarios, que segregan a determinados alumnos y alumnas a los 15 años hacia una formación profesional sin titulación. Mediante reválidas que dejarán en el camino a alumnos y alumnas con mayores dificultades y que son los que más necesitarían la escuela. Es un modelo que supone una carrera de obstáculos y una lucha continua por escalar peldaños en una lucha competitiva por ser el más «excelente». Parece que la pretensión con esta ley es que los alumnos y alumnas salgan al mercado laboral con una preparación «básica», una mano de obra barata para los puestos de trabajo cada vez más precarios y temporales.
La «eficiencia económica» de los centros, esta ley la traduce en un modelo de gestión empresarial de las escuelas. Donde el director o directora sea capaz de buscar una financiación externa, ya que se recorta la financiación pública de los centros. Centros que exhibirán anuncios de sus patrocinadores para poder subsistir.
Eficiencia que tendrán que demostrar en una competición permanente con otros centros para estar en los puestos superiores del ranking públicos que el Ministerio publicará donde clasificará a los centros, como si de una liga de futbol se tratara, según las calificaciones globales obtenidas, en el cual los primeros puestos, no solo se llevan la mayor parte de la financiación, sino que al estar arriba y ser los más demandados podrán hacer una selección de su alumnado.
¿Así se reducirá el paro juvenil? Para que no haya paro se necesita reparto del trabajo, no leyes educativas segregadoras. Se necesita dejar de rescatar bancos y destinar nuestros impuestos a la creación de empleo y servicios sociales necesarios para toda la sociedad. Aunque en este mundo se proclama la igualdad, con esta Ley observamos que lo verdaderamente valorado a día de hoy es el mayor beneficio económico posible, la mayor competencia, y lo más degradante, la gran presión ejercida sobre los niños y niñas para que se vayan socializando en un modelo social competitivo, mercantil y con valores contrarios a los proclamados en la declaración universal de los derechos humanos. Así no, Sr. Wert.