Diario de León
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Javier Arias. león
León

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Puedo prometer

y prometo

Estas son cuatro palabras que en un pasado alguien difundió y cumplió. Con una entereza y una grandeza que la historia de este país jamás debiera olvidar, nos dio el cambio que tanto unos como otros necesitamos, cambiar es ir avanzando con los tiempos que van marcando. Suárez cumplió lo prometido, sin ser recompensado, entiéndanme. Su vida política ha transcurrido por un camino lleno de trabas, intentó construir una democracia auténtica y lo consiguió, pero el precio fue demasiado elevado, criticado, vapuleado, insultado, amenazado y secuestrado. Pero lo prometido, dicen es deuda, y él pago con toda la crudeza la misma. Yo me encontraba allí, cuando en ese bellísimo recinto del olvidado Teatro Emperador, Adolfo Suárez, presidente del CDS iba a dar su mitin, en León, ante una multitud que deseaba verle en persona, vítores de presidente y algunos piropos. Pues iba como siempre intachable y con la percha que hacía honor a su figura.

Aunque puede parecer un tópico, en esta sociedad, en la que alguien sacó de la boca, sin bozal que siempre pagan justos por corruptos, tema que nunca he logrado entender ni compartir. Al igual que no alcanzo a entender el porqué las personas que prometen y cumplen, pueden tener una vida tan desdichada como la del presidente Suárez, tanto en el servicio dedicado a este país como en el entorno familiar.

Como si se tratase de aquella «última Cena» en la que aquel personaje que según nos cuentan hizo tanto bien, se sentó ante aquella mesa rodeado de los llamados apóstoles y uno le traicionó.

Pero éste no es el caso, aquí salvando familia y algunos cercanos, los judas abundan y acechan. Aquellos que hoy viven en el despilfarro de la riqueza gracias a él, pues se subieron a sus espaldas, se aprovecharon de la imagen de él y del esfuerzo de unos pocos colaboradores, que hoy en día siguen viviendo de un simple empleo y un normalito sueldo. Esos le vendieron por el egoísmo del materialismo y las ansias del poder.

Aunque ya no está, quiero tener un recuerdo, por su experiencia y su trayectoria y el saber estar al señor Gutiérrez Mellado (parte de la buena historia de este cambio).

El que suscribe jamás podrá olvidar aquella mirada y esa mano extendida y el tono de su voz, ante un servidor un joven inquieto ante tal presencia, me cogió la muñeca y comentó: «Tranquilo no va a pasar nada».

Y dejó esta incógnita: Y después de esta frase que conlleva cuatro palabras mágicas: «Puedo prometer y prometo» ¿¡Qué!?

Hasta hoy sólo se ha podido percibir, destrucción, choriceo y desempleo. Pero estas son de asustar y generar desencanto. Hasta cuándo.

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