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Publicado por
PEDRO TRAPIELLO
León

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Tenía Alberto Pérez Ruiz un capital inestimable y últimamente escaso: decencia moral y haber pasado por la política sin dejar pelo o sospecha en la gatera. Lamentablemente, no he conocido a muchos como él en estos foros de la política provincial y tantas veces provinciana.

Fue el tercer presidente de la Diputación después de Franco y me pareció siempre un hombre tranquilo, de seria formalidad y ajeno incluso a las euforias socialistas que se vivían aquellos años. No cacareaba. De su vieja formación religiosa conservaba la compostura sencilla y el mandato moral de la honestidad por encima de todo... o por debajo de las alfombras o de las cunetas... y porque era neófito en la alta política local, bien pudo poner en la mesa de su despacho aquel lema que hizo lucir en la suya Ernesto Guevara, el Che, cuando Castro le hizo ministro en Cuba: Aquí podemos meter la pata, pero nunca la mano .

Sé de qué hablo, trabajé estrechamente un año con él poniendo en marcha el Proyecto Pallarés y era frecuente verle cruzar el patio para ir a despachar con los funcionarios en vez de hacerles acudir a su despacho, que es lo que hace un presidente... pero Alberto era persona antes que el puto jefe de la Diputación (¡así ha sido en tantos casos!) y consideraba que el trato horizontal no le rebajaba grado.

Y cuando un Zapatero recién estrenado le apeó del cargo, se fue a su casa y a su oficio renunciando a las salidas honrosas que le brindaron, esos cargos, gabelas o destinos que se ofrecen en estos casos a quienes ocuparon altos cargos... se asombraron de que lo desdeñara... y es que Alberto estaba en la política por ideas y compromiso con la razón, no estaba por honorarios, honores o chollos, así que se volvió a su instituto, a su pueblo, a sus clases, a su socialismo de base en su ayuntamiento... a su lealtad a unas siglas a veces desleales, lealtad a la memoria que intentan borrar, a la cultura que abre puertas al conocimiento que lleva a la libertad, a la lectura (leía, sabía y nunca dio por concluída su formación)... lealtad al vivir, a seguir trabajando por la dignidad... pero se nos fue el amigo y nos hizo a todos deudores.