TRIBUNA
El Reino de León y la Virgen del Camino
Hoy, 30 de mayo, se cumplen cien años justos del nombramiento de la querida Imagen, bajo la advocación de nuestra señora la Virgen del Camino, como Patrona Principal de la región del Reino Leonés, cita literal de la designación enviada al Obispo de León, José Álvarez y Miranda, desde la Congregación de Ritos, de la Santa Sede Vaticana, regida desde la Silla Pontifica por el recordado SS. Pío X, en el año del Señor de mil novecientos catorce.
Bien es cierto que ya desde el primer tercio del siglo XVIII, era considerada como benefactora del Reino de León, en su amplia extensión geográfica, en la aproximación de las comarcas que abarcan la posterior delimitación, un siglo después, de las provincias de Salamanca, Zamora y León.
Me extraña sobremanera, que ninguna de las instituciones afectas, en una u otra manera, a nuestra patrona, la santísima Virgen del Camino, no hayan previsto y organizado ninguna celebración, ni religiosa, ni civil, ni popular, sobre esta conmemoración tan especial del nombramiento como protectora nuestra, título otorgado, nada más, ni nada menos, que por un Papa.
Me duele comprobar que, ni el Obispado de León, ni los PP. Dominicos, ni la Parroquia de la Virgen del Camino, ni el Cabildo de la Catedral de León, ni la Diputación Provincial, ni el Ayuntamiento de León, ni el Ayuntamiento de Valverde de la Virgen, ni los ayuntamientos del Voto, Valdefresno y Villaturiel, ni la Junta Vecinal de La Virgen del Camino, ni la antigua Hermandad de la Sobarriba, ni siquiera los vecinos y devotos de nuestra amantísima virgen, entre los cuales me encuentro, hayamos sido capaces de poder estar al lado de ella, en tan especial momento. A mí solamente me queda, a título personal, postrarme ante ella y acompañarla esta misma tarde, en la celebración eucarística, en su Santuario, ahora Basílica.
Creo que no sea necesario recordar a todos los leoneses, herederos de aquel antiguo reino, santo y seña de toda la cristiandad medieval, el orgullo creyente de nuestros antepasados ante esta veneradísima imagen, referencia, durante ya más de cinco siglos, del devenir de la vida de nuestras familias, de la infinidad de peticiones e invocaciones solicitadas al besar su sagrado manto.
También convendría reverdecer las anovenarias de nuestras madres, abuelas, bisabuelas… pidiendo ante ella para todos nosotros, para sus hijos, nietos, biznietos…
Tendríamos que tener muy en cuenta, las incontables veces que generaciones y generaciones de nuestros campesinos y labradores «votaron» su salida en «rogativas», para venerarla en «su catedral», durante la preceptiva novena, pidiéndola hasta la saciedad que la lluvia regase sus secos campos, concediendo siempre la dádiva.
Señora nuestra, protectora durante siglos de los leoneses, del Reino de León, sigue asistiéndonos a pesar de nuestra quebradiza memoria sobre tu benevolencia y magnanimidad con «tu pueblo» y ten clemencia con la permanente injusticia contigo, en esta sociedad descreída y arrogante en la que vivimos.