EDITORIAL: Desigualdad, fractura social y compromiso del ciudadano

La crisis económica multiplicó por siete las ayudas de primera necesidad que presta Cáritas León, que en el último año recibió la petición de auxilio de casi 1.800 familias. La oenegé, que también incrementó las ayudas en educación y especialmente las destinadas a la vivienda —pagos de alquiler o recibos—, advierte de que cada vez son más los que acuden a pedir ayuda, que la necesitan durante más tiempo y que cada día se presentan situaciones de mayor sufrimiento. «Hay más exclusión social y es más prolongada y más dramática», afirman sus responsables mientras denuncian que con el paso del tiempo son más profundas las desigualdades y la fractura social que ello implica.

Esa realidad la avalan las cifras del INE que sitúan a un 27% de población limitando con la pobreza, que alcanza al 32% de los niños. Es decir hay seis millones de parados y cerca de tres millones de ciudadanos en situación de pobreza severa que apenas tienen para sobrevivir, familias enteras sin ingresos o con sueldos de miseria. Las políticas de quienes gobiernan en Madrid y en Bruselas han sometido a la sociedad a un plan de austeridad que genera más pobreza y sobre todo la sensación de que el futuro no será mejor que el pasado. En esa situación no es de extrañar que se haya dinamitado un proceso electoral marcado sobre todo por la apatía y la rebelión ante el drama en una situación inflamable. Son pobres quienes sólo disponen entre un 40% y un 50% del ingreso medio del resto de la población. Por debajo de ese horizonte está la pobreza extrema y ligeramente por encima las clases medias, las grandes víctimas de los ajustes. Y sin embargo es justamente en esa situación en la que aflora lo mejor de las personas, porque la ayuda ciudadana se multiplica en la misma medida que las necesidades de quienes gestionan ese auxilio. La generosidad es un arma muy poderosa y, ahora mismo, quizá el único triunfo posible.