Susana Díaz pone precio

L os impactantes resultados electorales de las europeas del 25-M han generado tres escenarios muy interesantes en la política española: el vértigo del cambio acelerado en el PSOE después de su caída, la parálisis preocupante en el PP que no se inmuta ante su serio retroceso, salvo la advertencia de Núñez Feijóo, y la irrupción refrescante de Podemos, que polariza la opinión política mientras nadie habla de sus competidores frente al bipartidismo, Izquierda Unida y UPyD. El salto de cero a cinco eurodiputados de Podemos eclipsó el progreso de cuatro escaños de Cayo Lara y Rosa Díez.

El vértigo en el PSOE aún no ha acabado. De lunes a lunes, renuncia de Rubalcaba y convocatoria de Congreso Extraordinario optando definitivamente entre dos fórmulas: o la clásica con voto de mil delegados que llevan en la frente la huella de los aparatos provinciales del partido, o la más abierta de «un militante, un voto» para que se expresen los 200.000. Es decir, o como siempre, o a la gallega, según el último Congreso del PSdG. Si esa fórmula nueva la aprueba la Ejecutiva el lunes 2 de junio se deberá a la decisión contundente de un aspirante, Eduardo Madina, quien advirtió que solo se presentará si se da la palabra a la militancia. «En el aparato casi nadie está de acuerdo, pero nadie se atreve a decirlo en público», confiesa un alto dirigente socialista. Jáuregui y Chaves han advertido que los estatutos solo contemplan la fórmula tradicional, pero el impulso de cambio parece imparable.

Más allá de las tres candidaturas que se van configurando, la de la presidenta andaluza Susana Díaz, que aclaman ya casi todos los barones del partido, la de Eduardo Madina y la del diputado Pedro Sánchez que, según una persona de su equipo, «sabe que si no da ese paso quizás desaparezca de escena», solo está, por el momento, Carme Chacón. Descolocada por la inesperada decisión de Rubalcaba de marcharse antes de tiempo, Chacón, que tiene un buen equipo profesional trabajando su candidatura en Madrid aunque ella siga en Miami, reclama primarias antes del Congreso Extraordinario. Y se aferra al elogio de Susana Díaz con la esperanza de que si la presidenta andaluza es elegida secretaria general, quizás no quiera ser por ahora candidata a la presidencia del Gobierno de España.

No va desencaminada. Del entorno de Susana Díaz ha trascendido una condición para optar a la secretaria general del PSOE: que la reclamen por unanimidad, algo estéticamente discutible. Pero una persona de toda confianza que habló con ella el viernes por la noche entre el bosque de llamadas que recibe la presidenta andaluza, desde Felipe González a Zapatero y Griñán, y desde los principales directores de medios a todos los dirigentes andaluces y regionales del PSOE, percibió su firme decisión: si quieren que sea secretaria general de los socialistas se presentará, pero con la condición de que no tenga que dejar la presidencia de la Junta de Andalucía a la que accedió, sin elección popular, solo parlamentaria, hace ocho meses. Ese es su precio.

Para algunos en el PSOE ese precio es demasiado alto porque aunque Cospedal es secretaria general popular y presidenta de Castilla La Mancha, Andalucía la cuadruplica en población y, además, la secretaría general equivale en el PP al número dos y en el PSOE al número uno. El antecedente no es comparable.

Mientras se dilucida el futuro socialista, Rubalcaba apura su tiempo y lanza propuestas de alto nivel como esa invitación a un diálogo entre Rajoy, Artur Mas y el PSOE para dar salida al contencioso catalán. Eso implicaría una reforma de la Constitución que el PP niega en público pero algo indica que estudia discretamente. Rubalcaba, como se ha visto en la convención del Círculo de Economía de Cataluña, cosecha ovaciones donde va. «Es que en España se entierra muy bien», ironiza. No le falta razón.