Diario de León
Publicado por
CÉSAR GAVELA
León

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EAs un joven berciano que vive en Madrid. Lo hace muy heroicamente porque padece una discapacidad grave que le obliga a convertir cada día en un combate. En una lucha admirable y secreta, sin desmayo. Antonio Tejerina, filósofo de 32 años, es un creador. Un joven que sonríe y es un ejemplo.

Se fue abriendo al mundo desde su profunda ironía, desde su inteligencia y su memoria. Y en el mundo está Antonio con intensidad, con muchos sueños que serán cumplidos. Guionista de un famoso programa de Tele 5, ha popularizado un apodo, El diablo sobre ruedas , y ha salido con frecuencia en la pantalla. Pero ese Antonio no abarca todos sus empeños. Ahora su horizonte empieza a ser otro: el que la literatura expresa. Él es un escritor y lo será más en los años que vienen. Es un camino que empezó a transitar muy joven, hace casi una década, y que ahora ya ofrece frutos originales y maduros.

Acaba de publicar su primera novela larga, Melodías para morir o matar . El título es tremendo, pero el libro no resulta tan dramático. Está lleno de vida y humor, aunque también de dolor y fracaso. El protagonista es un joven nacido en los escombros de la movida musical que vivió Vigo en los años ochenta. Ahora tiene un trabajo menor en un parque de atracciones madrileño un tanto surrealista. A la vez se trata de un hombre muy vital, con muchos amigos, y todos comparten su pasión por la música rock.

Una pasión tan intensa que la música también protagoniza la novela. Cabría decir que en cada una de sus páginas suenan las notas de una canción. Igualmente suena el propósito cruel que tiene su héroe: quitarse de este mundo, del que está muy defraudado y por diferentes razones. Unas generacionales, otras más personales.

Es un libro gracioso, agudo, extremista en muchas ocasiones. Una novela donde muere un hombre marginal y misterioso, donde se cruzan personas de ahora mismo, de la calle de Madrid o de cualquier otra ciudad. Mujeres y hombres que luchan, que dudan, que lo pierden todo, que vuelven a intentarlo, o que ya no lo intentan porque las expectativas de lograrlo son irrisorias. La droga está en la vida de muchos de sus personajes, también los encuentros amorosos ocasionales, imprescindibles como lenitivo ante la dureza del trabajo, del salario escaso, de la falta de expectativas.

Mujeres fuertes y libres, inmigrantes que trabajan en insólitas tareas, un sorprendente descenso en paracaídas (que he sabido que es autobiográfico, lo que resulta prodigioso) y otros muchos ámbitos, lances, alegrías y tristezas iluminan este libro cuyo final de vértigo no ahorra un crimen que borra del mapa a un ilustre banquero. Nada menos. Antonio Tejerina fluye en estas páginas: su mirada y su lúcido desgarro aquí se concreta. En este libro veloz, de una melancolía iconoclasta. Una novela que es un peldaño firme de una naciente carrera literaria.

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