Diario de León
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caballero
León

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La última vez que un tío con coleta tuvo en vilo al país fue con la efervescencia de las películas de Steven Seagal. El look había desaparecido, como los calcetines blancos con zapatos, y ahora vuelve al prime time embutido en los programas de actualidad, donde las tertulias políticas han encontrado un hueco en la vida de los ciudadanos a fuerza de que una mayoría se tenga que quedar en casa a diario porque no tiene trabajo ni dinero para andar por la calle. Un espacio que ha ocupado Pablo Iglesias con su sencillez de cantante indie y sus modales de agitador adolescente, su programa construido por medio de mensajes de whatsapp y tuits de 140 caracteres, su discurso populista apto para todos los públicos, su exaltación comedida de politólogo estudiado y sus modales de publicista avezado de los que se miran en el espejo durante media hora antes de salir de casa para que se note que lleva la camisa por fuera. Una fórmula que le ha reportado más de 1,2 millones de votos en las últimas elecciones europeas, con la esperanza de que debajo de los adoquines todavía quede algo de arena de playa. Coño, cómo no me va a gustar que me digan lo que quiero oír, como hacía yo con mi madre para tranquilizarla cuando todavía salía de fiesta.

La aparición de Pablemos ha agitado el odio de una casta política que ya se afana en buscarle el reverso oscuro al equipararlo con una alternativa bolivariana y alertar de que compra la rompa en Alcampo. Un miedo que hace que todavía no me haya atrevido a pasar por el quiosco de prensa de la calle Jaime Balmes en el que se desloma cada día, desde las 06.00 de la mañana, el portavoz de Podemos en León, Pablo Fernández Santos, cansado de pasear un currículum de licenciado en Derecho para a optar a puestos de trabajo de los que se ganan con ser familiar de político, amigo o perteneciente a la logia de los eleteuves: los Leoneses de Todo la Vida. Un nuevo patrón de comportamiento político muy alejado de los trileros a los que estamos acostumbrados en esta provincia, donde a poco que se mire a PP, PSOE o UPL salen aspirantes a convertir su dedicación en un oficio para toda la vida. Una apuesta que ahora debe decidir si se concreta en las autonómicas y municipales del próximo año y luego toma el camino de la Carrera de San Jerónimo para tomar el Congreso.

Ya pueden afinar el mensaje. Podemos. Pues vamos a podar.

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