La poesía, puente entre universidad y sociedad

Es obvio que una Universidad cumple sus funciones primordiales cuando dedica sus esfuerzos a sus dos razones básicas de existir, la docencia y la investigación, unos esfuerzos que sobre todo han de redundar en beneficio del contexto societario que la ha visto nacer, en el que se inscribe, y que le da sentido. Pero también es cierto que las conexiones entre una institución universitaria y su entorno local y provincial deben ir más allá de los fines antedichos, y ha de procurar desenvolverse en sintonía con peculiaridades e inquietudes de su entorno, al que siempre ha de estar abierta, y en el que es conveniente que incida con distintas iniciativas de índole cultural en sus varias vertientes, y sin excluir tampoco cooperaciones de naturaleza estrictamente social, en su dimensión solidaria.

La Universidad de León nunca ha dejado de atenerse a esos perfiles, y las pruebas de este compromiso con el medio al que se debe y al que sirve son numerosas y están en las hemerotecas. En ellas puede constatarse cómo, en coherencia con una sociedad en la que el cultivo de las letras ha sido y continúa siendo una de sus señas identitarias más marcadas, ha promovido durante las sucesivas décadas de su existencia distintos premios literarios que no siempre han tenido el respaldo, la resonancia y la perduración que hubiera sido de desear.

Entre esos galardones hubo en los ochenta uno de poesía, y posteriormente ha habido otros de distintas modalidades literarias. Con tales precedentes en el recuerdo, la Universidad de León tomó hace cuatro años el testigo para crear un premio de poesía que lleva el nombre de la Universidad y que, en su virtud, había también de cumplir, más allá de su ser una celebración de la poesía, con el objetivo de contribuir por esta vía a insertarse más, si cabe, en el contexto cultural y social leonés.

Y si dicho premio ya responde en sí mismo a la voluntad de implicarse con León a partir de una de sus señas más fecundas, la poesía, dicha implicación se acrecienta en la fecha en que el Rector hace entrega del premio, siempre el primero de los jueves de junio, este año el día 5 de ese mes.

Y se acrecienta porque esa entrega se efectúa durante el transcurso de una cena literaria que se celebra en un lugar leonés tan emblemático, por cargado de historia, y de historia señera, como el ámbito del Hostal San Marcos. Esa cena ofrece la oportunidad de reunirse a profesores de la institución universitaria, escritores, medios informativos, profesionales diversos de la ciudad, de la provincia y de la región.

Los asistentes se reúnen para ponerse al día de tantas cosas en animadas conversaciones que cada año propicia algo tan sutil como la poesía y sus misterios, esta vez la poesía en forma de libro que ha obtenido el IV de los premios, el que se concedió en febrero a Clara Janés en virtud de su obra Épsilon o el jardín de las delicias.